Opinión

La tropa de Romanones

La tela de araña en la que se han movido Unidas Podemos y PSOE para escenificar una negociación bloqueada desde el primer minuto, ha terminado por devorar a sus  propios tejedores cuyas posiciones se han cimentado en mutuas mentiras construidas como si fueran un  universo de muñecas rusas unas encerradas en otras. Pedro Sánchez se ha pasado el tramo de negociación al que ha reducido su diálogo con Unidos Podemos, jugando con sus hipotéticos socios al gato y al ratón, rebajando paulatinamente la consistencia de su postura. Ha pasado de la firme convicción en un gobierno en solitario a la posibilidad de construir con los hipotéticos socios una coalición de Gobierno eso sí, basada en el engaño y en una astucia  dictada por sus múltiples y desconsiderados asesores a los que les importa muy poco jugar con la dignidad ajena. Sánchez –o su alter ego Carmen Calvo- ofrecían en realidad humo. Inconsistencias, cargos vacíos de contenido, falsas promesas y vaguedades envueltas en un estuche institucional más falso que un euro de palo. Iglesias, por su parte, se ha atrincherado en una exigencia inaceptable que ni estaba en sintonía con su verdadera fuerza política –es un partido derrotado y dividido al que su electorado ha terminado por abandonar harto de inconsecuencias- ni le permitía negociar en pie de igualdad. Por eso, en un intento desesperado de mantener posiciones que no merecía exigió participar en el equipo de gobierno ostentando puestos de la máxima responsabilidad. No hubo en esta posición generosidad alguna ni hubo grandeza. Hubo deseos de montar la tienda de campaña en el consejo de Ministros. Y si no era él que fuera su pareja. Montero vicepresidenta.
Al final y en medio del desespero, una oferta final inspirada en la gestión del ministerio de Trabajo para controlar sus reglas. Se inspiraba al parecer la oferta en el consejo de un veterano socialista -¿Zapatero tal vez?- quien ignoraba que esas competencias están transferidas a las comunidades respectivas. Alguien se lo contó a Sánchez por  teléfono en el mismo Hemiciclo, y Sánchez se lo cantó a Adriana Lastra a punto de subir a la tarima. Falta en esta galería de comedia la aportación de Gabriel Rufián, preocupado ahora por el porvenir de España. Como dijo Romanones  en referencia a los académicos de la Lengua que lo dejaron colgado: “joder qué tropa”

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