Opinión

La curiosidad no cesa

El encierro produce en los sujetos curiosos como yo mismo un ansia, probablemente inexistente en momentos menos excepcionales a aquellos que estamos viviendo, por enterarse de las cosas más peregrinas. Como quiera que los medios de los que uno dispone en su derredor para satisfacerla son exhaustivos además de altamente agradecidos y razonablemente fiables si uno busca donde debe, uno se pone a expurgar y se entera de las cosas más sorprendentes y peregrinas seguramente muy útiles para hacer crucigramas. Leyendo un libro que versa sobre situaciones altamente curiosas relacionadas con Madrid, he llegado a conocer la etimología de la palabra “inclusa”, aquella por las que se acabaron conociendo todas las instituciones de beneficencia que se hacían cargo de los niños producto de relaciones ilícitas que eran repudiados u abandonados por sus progenitores. Y es que, al parecer, un veterano de los tercios de Flandes donó a la primera casa de acogida instalada en Madrid en 1587 –Hospital de Expósitos se llamaba- una imagen de la Virgen encontrada por él en la ciudad holandesa de Enkluisen. Seguramente de poco sirve saber historias de esta naturaleza pero, antes de la pandemia molaba mucho marcarse un tanto cultural en las conversaciones de sobremesa  cuando podíamos alternar hombro con hombro, darnos abrazos y besos, beber del  mismo vaso y usar la misma cuchara. Uno estaba rodeado de amigas y amigos de toda la vida y se marcaba un pirulí de esos que tenían muy buena acogida. “¿Sabéis que el autor del “Dixie” había nacido sin embargo en el norte?”, podía comentar el enterado mostrando un enfoque festivo y entretenido de la Historia.

Es cierto que la mayor parte de los presentes ignoraría que “Dixie” fue una canción adoptada por los ejércitos de la Confederación como himno no oficial durante la Guerra Civil de los Estados Unidos, y es cierto también que a la mayoría les importaría un carajo si el autor era del sur, del norte o incluso australiano. Pero no miento: Daniel Decatur Emmett, autor de la tonada sudista por antonomasia, nació en Mount Vernon, estado de Ohio, e hizo carrera musical en Nueva York, de modo que era a todos los efectos un músico profundamente arraigado en los territorios federales. La canción fue adoptada por los ejércitos confederados cambiando sustancialmente la primitiva letra pensada para su interpretación por compañías teatrales itinerantes de juglaría en funciones al aire libre.

De nada y a mandar… 

Te puede interesar