Opinión

El intenso momento político

Negar la intensidad del panorama político en estos momentos impredecibles es negar la evidencia. Acabo de abandonar un taxi en la Glorieta de Bilbao con un taxista a los mandos de acento sainetero y expresiones que parecen escritas por Carlos Arniches, que se muestra seguidor entusiasta de Vox y lo proclama sin rubor alguno mientras circula a toda velocidad esquivando vehículos y manoteando acalorado desde que lo paré en Marqués de Urquijo. No es el primero en las clases populares que así se manifiesta según cato, pero también los hay partidarios fervorosos de Podemos, consternados además por la amenaza de cisma que se cierne sobre un partido en horas difíciles coincidiendo con el órdago de Errejón a la dirección del partido y a la jefatura de Iglesias, con las elecciones a la alcaldía de Madrid de fondo. A Pablo Iglesias le está sentando el permiso de paternidad como un tiro y sabe dios los que se va a encontrar cuando llegue.
Desgraciadamente, la dificultad con la que los partidos grandes han gestionado sus mayorías ha alimentado respuestas extremas por ambos lados del espectro político. Por un lado y por otro del dial de las ideologías han surgido defraudados capaces de proponer acciones más extremas tanto a la izquierda como a la derecha, y puede suponerse incluso que nos encontramos ante el inicio de un nuevo reparto de los espacios ideológicos y un reagrupamiento de racimos de parecido pensamiento con la necesidad de recuperar el centro, un área de actuación en la política española con muchas novias pero muy pocos casamientos a la que han aspirado desde O’Donnell a Felipe González pero que solo ha sabido interpretar con cierta corrección el añorado Adolfo Suárez. Un área que seguro podemos catalogar como de penalti por el inmenso castigo que ha originado entre los que se han atrevido a gestionarla.
Tengo para mi que la llegada de Vox a la política nacional no es un hecho tan apocalíptico como pueda suponerse. Ingresados por las urnas en el torrente constitucional, Vox no tendrá más remedio que acatar sus leyes como ha ocurrido con Podemos. De hecho, ese ejercicio de civilización democrática, ha hecho de Podemos un partido como el resto. O sea, ya se sacan los ojos entre ellos. Como los demás. Y como ocurrirá con Vox en año y medio. 

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