Opinión

Inocentes y culpables

Como muchos otros ciudadanos algo apartados ya del combate informativo, y contemplando los toros desde la barrera, prendí la tele autonómica y confieso las dimensiones y texturas de mi infinita sorpresa al escuchar y leer que, según la encuesta confeccionada a pie de urna por este medio público, Alberto Núñez Feijoo no renovaba su mayoría. No me servía el argumento de que se habían acomodado los resultados para rebañar los últimos votos, proponiendo una situación lo suficientemente inquietante para sacar de sus domicilios a los rezagados, pues los colegios acababan de cerrar y ya estaba todo el pescado vendido. La Sexta -cadena muy reconocida por su tendencia política expresada sin ambages, que se llevó en la maleta Miguel Barrosos cuando hubo de abandonar la Moncloa el día en que Zapatero hubo de elegir entre dos, urgido por una delicada  situación político-afectiva según narran las crónicas de entonces- se preparaba para narrar desde las trincheras el suceso parlamentario de la década, y sus director llegó a anunciar a bombo y platillo que Galicia tendría presidenta nacionalista y de izquierdas…

Ignoro que ocurrió allí, porque Alberto Núñez no solo renovó su mayoría, sino que alcanzó sus mejores resultados presidenciales solo comparables a algunas de las victorias históricas más destacadas en la carrera política de Manuel Fraga. El PSOE descendió a tercera fuerza superado por el BNG, y las urnas barrieron de la faz de la tierra a las marcas blancas de Unidas Podemos que hace un ridículo cada vez más acusado cada vez que se presenta a unas elecciones y que fue elegido por Pedro Sánchez para constituir gobierno. Unidas Podemos es ya un desastre sin paliativos, rumiando sus derrotas y en caída libre, pero su líder es vicepresidente del Gobierno y junto con su pareja la ministra Montero, cobra  dos sueldos de primer nivel en la Administración que le da para adoptar un tren de vida de potentado y hacer realidad su anhelo de convertirse en casta. Está cercado por el juez, a la baja y en creciente desprestigio. Pero entornará los ojos y dirá. “que me quiten lo bailao”.  
Sin embargo, el responsable de esta catástrofe no es otro que Pedro Sánchez, que no parará hasta destruir el PSOE y conseguir que no quede piedra sobre piedra de él. Urge recuperar el PSOE institucional, serio, comprometido y sincero. Con él no es posible.

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