No sé qué se le ocurrirá explicar a Miguel Ángel Revilla el próximo día en que comparezca en el Hormiguero de Pablo Motos. De todos es sabido que cuando a Motos le falla un invitado o no tiene personaje que llevarse a la boca, levanta el teléfono, se pone en comunicación con Revilla, y el presidente cántabro lo deja todo y se persona en el programa para hablar de lo que sea menester, ya sea la bondad de la anchoa de Santoña, ya sea el ferrocarril que le debe el Gobierno, ya sea la vez que coincidió con el rey emérito meando ambos en los urinarios nobles de palacio durante la boda de su hijo el actual monarca. Si a Motos le falla esta semana una presencia descollante –pongamos que llama a Boris Johnson para que explique su particular concepción del Brexit y Johnson se arruga y no va- siempre nos quedará Revilla y seguramente en estos momentos muy bien traído y sumamente apropiado.
Y es que no conviene olvidar que los sufridos hijos de Teruel, a los que hace tiempo se les agotó la paciencia de predicar el nombre de su tierra sin que nadie les haga caso, han decidido experimentar con la política y crear un partido constituido sobre la premisa de que “Teruel también existe” pero a imagen y semejanza del que se sacó de la chistera el avezado político santanderino y que le ha dado un resultado tan satisfactorio. El Partido Regionalista de Cantabria que se inventó él mismo hace quince años y que le ha permitido ocupar la presidencia de su comunidad en cuatro legislaturas, gobernando en connivencia con el PSOE, les ha parecido a los turolenses un ejemplo de eficiencia. Revilla podría contarle a Pablo Motos como se las maravilla él para amarrar el sillón a pesar de estar permanentemente en minoría. Igual todo responde a las bondades de las panderetas de anchoa que Revilla se lleva en los bolsillos cuando se va a Madrid a hacer patria.
De todos modos, en esta semana hay que espaciar las presencias en la tele porque no estoy yo seguro de que le pregunten en esta ocasión por la conocida calidad del sobao pasiego habiendo como se sabe que hay una caja con una cabeza dentro entregada a una amiga por una vecina de Castro Urdiales. Revilla puede sin embargo salir por la tangente. La posible asesina es sevillana y el muerto era vasco. Así que no es cosa de Castro Urdiales.
Y es que no conviene olvidar que los sufridos hijos de Teruel, a los que hace tiempo se les agotó la paciencia de predicar el nombre de su tierra sin que nadie les haga caso, han decidido experimentar con la política y crear un partido constituido sobre la premisa de que “Teruel también existe” pero a imagen y semejanza del que se sacó de la chistera el avezado político santanderino y que le ha dado un resultado tan satisfactorio. El Partido Regionalista de Cantabria que se inventó él mismo hace quince años y que le ha permitido ocupar la presidencia de su comunidad en cuatro legislaturas, gobernando en connivencia con el PSOE, les ha parecido a los turolenses un ejemplo de eficiencia. Revilla podría contarle a Pablo Motos como se las maravilla él para amarrar el sillón a pesar de estar permanentemente en minoría. Igual todo responde a las bondades de las panderetas de anchoa que Revilla se lleva en los bolsillos cuando se va a Madrid a hacer patria.
De todos modos, en esta semana hay que espaciar las presencias en la tele porque no estoy yo seguro de que le pregunten en esta ocasión por la conocida calidad del sobao pasiego habiendo como se sabe que hay una caja con una cabeza dentro entregada a una amiga por una vecina de Castro Urdiales. Revilla puede sin embargo salir por la tangente. La posible asesina es sevillana y el muerto era vasco. Así que no es cosa de Castro Urdiales.
