Opinión

Hoy las ciencias adelantan

Desde que hemos entrado en el siglo XXI, parece como si las cosas avanzaran a mayor velocidad que en tiempos anteriores, una situación aparentemente natural que sin embargo, tiene sus elementos favorables y otros que no lo son tanto. Evoluciona  el saber humano y se abren nuevas puertas hasta ahora ignotas para el conocimiento. El pasado miércoles supimos que un grupo de científicos italianos había logrado demostrar la existencia de un gran acuífero bajo la superficie del planeta Marte. Demostrada la existencia de un lago, la posibilidad de vida en el planeta rojo es demostrable a la vuelta de muy poco tiempo.
Todo evoluciona por tanto a velocidad supersónica desde la Medicina a la robótica, de la biología a la carrera espacial. Incluso territorios más próximos como la música, el cine, los deportes o la gastronomía nada tienen que ver con lo que se producía hace tan solo unos años. Ahora el ocio puede completarse con un casi infinito abanico de aparatos de la más variada procedencia que utilizan imagen y sonido para descubrirnos otras realidades, universos paralelos, utopías, espacios recreados, aventuras cibernéticas, ilusiones… Todo cambia de un día para otro.
El cambio también ha llegado a la política, aunque sospecho que en este caso, una evolución profunda en los conceptos que se disponen para practicarla no ha resultado  de especial utilidad para su mejor desenvolvimiento. A mí no se me borra de la cabeza la creencia de que hemos ido a peor y nos encontramos en manos de una clase política en general que ha dejado de tener como fin primordial el servicio al administrado para basar todos sus esfuerzos en servirse a sí misma. Estamos en el reino de la política a corto plazo que hipoteca todos sus comportamientos a obtener el triunfo en las siguientes elecciones. Y de hecho, a la vuelta del verano vamos a padecer con mucha intensidad este desagradable escenario porque hay municipales y autonómicas en lontananza y porque hay elecciones generales a la vista de dos años escasos. Y esa necesidad de gobernar a golpe de calendario, y esa urgencia por hacer oposición en las mismas coordenadas ha convertido la actividad política en titulares de prensa y a los políticos en consultores de encuestas que no saben hacer otra cosa que tomar decisiones en respuesta a cómo en ellas les luzca el pelo. Es lo que hay y no hay otra cosa.

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