Opinión

Hombres de corazón

Fue si no recuerdo mal, Luis Fernando de Borbón, delfín de Francia e hijo del lascivo Luis XV, quien tuvo la ocurrencia de contar con personalidades ilustres y bienintencionadas para recibir consejo en materia de actuación política. Luis Fernando era un príncipe comprensivo,  honesto y piadoso –lo cual constituía una auténtica rareza para su tiempo- al que su propio padre –redomado libertino y fornicador incansable- encontró excesivamente generoso y cabal para convertirlo en su sucesor, a pesar de que le correspondiera.  Regañado pues con su padre al que criticó abiertamente su carácter disipado, a él se debe en efecto la creación de ese grupo que él mismo llamó “hombres de corazón” para tratar de aplicarse en el gobierno con honestidad y templanza valiéndose de sus consejos. Fueron llamados los “devotos”, y hubieran encauzado la política de Francia y hubieran limpiado sus muchos vicios si este desdichado príncipe no hubiera fallecido a los 36 años sin poder poner en práctica las ideas de dignidad que le inspiraba aquel sanedrín honrado. Falleció tuberculoso y ya viudo de una infanta española a la que amó con locura hasta el punto de que, obligado a casarse de nuevo por razones de Estado, se pasó toda la ceremonia de su nueva boda, llorando a moco tendido recordando a su fallecida primera esposa.
La idea de un sanedrín compuesto de buenas personas libres de intereses y ambiciones para aconsejar al gobernante no es, por tanto, un proyecto moderno a pesar de que algunos de los que ahora nos gobiernan lo están manejando con carácter de tira y afloja. Personalmente apostaría por Rafael Nadal para que lo presidiera en caso de que se planteara una posibilidad de constituirlo en estos tiempos convulsos que nos están tocando. Algo le he escuchado yo a Pedro Sánchez sobre ciudadanos limpios de corazón para formar un gobierno, pero más vale no creerse nada de nada que no es bueno hacerse ilusiones en semejante escenario. Rafa Nadal, que está en todo, hace de bálsamo fin de semana y pone orden, paz y concordia a raquetazo limpio,  pero llega el lunes y ya estamos otra vez con la insufrible matraca de cada jornada ahora más complicada desde que Pablo Iglesias, en horas bajas, se ha empeñado en ser ministro caiga quien caiga. Acabaremos otra vez en las urnas y los hombres buenos se olvidarán hasta otra. 

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