Opinión

Historia de la sintonía

La sintonía personal entre políticos que han de compartir espacios parlamentarios es, sin duda, un factor de trascendencia en la consecución de objetivos conjuntos y aún más en escenarios como nuestro Congreso en el que, en general, el bipartidismo se ha impuesto con claridad durante gran parte de su andadura desde los tiempos del infausto Fernando VII. Desde que el viejo régimen absolutista dejó paso a una monarquía parlamentaria, en la cúspide de la función política han coincidido habitualmente dos nombres –uno liberal otro moderado-  que han litigado por el uso del poder y se han turnado en este oficio. Istúriz y Mendizábal,  Narváez y O’Donnell, Prim y Serrano, Sagasta y Cánovas, Silvela y Sagasta, Canalejas y Dato, Maura y Romanones, Suárez y Felipe, Aznar y Zapatero, Rajoy y Sánchez… En la mayor parte de las ocasiones, la actitud personal ha sido  regular tirando a buena y en algunos casos francamente buena, superando incluso desavenencias de tipo personal que ambos personajes colgaron del perchero para buscar una fórmula de entendimiento con la que superar simpatías o antipatías a favor de una  causa comunitaria. Siempre se ha escrito que Cánovas y Sagasta no eran amigos y compartían muy pocas de sus inclinaciones personales. Pero se respetaban profundamente y se ayudaban. Cánovas era un malagueño dicharachero y galanteador, académico de bagaje cultural impresionante, y Sagasta era un riojano cabezón y taciturno, pragmático como buen ingeniero, pero pródigo en bondades.   Dato y Canalejas, a pesar de ser ambos gallegos, no tenían nada que ver ni en el pensamiento político ni en el plano personal. Divino togado de clientela exclusiva el primero, niño prodigio y funcionario de Ferrocarriles el segundo, no se tenían gran aprecio personal pero trabajaron en sintonía y lo que es más dramático, ambos murieron asesinados.
Entender que la afección personal es un factor pero no un precepto, corresponde a los políticos actuales. Fue Sánchez en aquel diálogo televisivo con Rajoy al que llamó “indecente” ante las cámaras quien quebró para siempre una precepto de respeto que desde entonces no volvió a recuperarse, marcando un antes y un después en la convivencia política. Hoy, todo eso está quebrado y de aquellas lluvias vienen estos lodos.

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