Opinión

Garrotazo limpio

Estos políticos enzarzados en una batalla a cara de perro por la conquista del escaño, metidos hasta la cintura en un arenal que les obliga a pelearse sin moverse del sitio, me recuerda al famoso cuadro de Goya que siempre he considerado para mi pesar, como la representación más ajustada y vívida del carácter nacional. Dos sujetos de mirar extraviado hundidos hasta las rodillas en el suelo, atizándose garrotazos con el palo que cada uno blandía en la mano diestra. Sé, por mi curiosidad, que esta práctica salvaje era relativamente frecuente para dirimir desacuerdos mediante la organización de una riña, y los dos tipos enfrentados se tundían hasta que uno de los contendientes caía rendido. Si no se acudía a este disparatado juicio, se apelaba a otro método incluso más descabellado y dramático. La faca y la manta, el modo de reñir popularmás famoso de la época, cuyo final solía coincidir con un herido muy grave o un muerto. Cosas del pueblo soberano y su peculiar sentido del honor y la guapeza. Un violento y sombrío sinsentido.
Viendo a esta clase política despellejarse viva sin más horizonte que la descalificación del vecino, siento profundos deseos de desvincularme de un escenario como el que todos a uno me han preparado para que abjure de la política, les vuelva la espalda a sus practicantes, y dedique mi tiempo a otros menesteres más gratificantes. Honestamente y a mi edad, se me da una higa que los catalanes quieran hacerse independientes, que Adolfo Suárez Illana predique una doctrina desfasada y que de ningún modo defendería su padre, o que Pedro Sánchez mienta y manipule y utilice una infraestructura que no le pertenece para hacer política ficción sin presupuestos y sin legitimidad, para desarrollar su campaña electoral. Unidas Podemos es un pozo sin fondo de demagogia barata –ahora nos toca pagarla los periodistas- y alguien debería aconsejarle a rivera que variara su mensaje antes de caer de cabeza por un barranco sin tener una maroma a mano de la que tirar para que lo devuelva a su sitio.
En definitiva, existen cientos de situaciones que me recompensan y reconfortan mucho más que esta lamentable manera de hacer política. Cuando llegue el momento de acudir a las urnas ya veremos lo que se me ocurre. A día de hoy, nada bueno. 

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