Opinión

Fuego de torpedo

Cómo estarán las cosas en el PSOE que el pasado miércoles el diario “El País”, -abanderado de la causa socialista prácticamente desde su fundación y sumamente paternal con Pedro Sánchez desde que el hoy secretario general del PSOE se lanzó a pugnar por esa secretaría- le dedicaba el pasado miércoles uno de sus comentarios editoriales más abrupto y despiadado en sus muchos años de existencia. Azuzado por su ideólogo de cámara el ex presidente Felipe González que es además amigo personal e íntimo de su presidente, el periódico ha sacudido a Sánchez sin compasión. Hasta la fecha, ni los periódicos menos proclives a la causa socialista ni los más hostiles se habían atrevido a mostrarse tan crueles. Seguramente porque ninguno de ellos deseaba el cuerpo a cuerpo con un político al que consideran una nulidad pero al que, aunque sea por buenas costumbres, en lo personal al menos y atendiendo a un principio mínimo de urbanidad, le guardan un necesario respeto. “El País” no solo no lo ha respetado sino que se ha impuesto con decisión humillarle sin freno. González, que no apostó por él en la batalla por la secretaría general aunque se avino y que hace mucho tiempo que le tiene por un inútil, también le considera a estas horas un egoísta, un irresponsable y un imbécil. Y como manda, se lo ha trasmitido a Juan Luis Cebrián y éste a su vez se lo ha impuesto a sus plumas. El resultado es un editorial simplemente terrible.
Hay que saber qué huella deja en un ya de por sí tundido Pedro Sánchez este crudísimo comentario y conviene conocer si Sánchez le otorga a esta advertencia cargada de veneno la trascendencia que probablemente otros barones del partido sí tienen en cuenta. Si yo fuera él, contaría hasta diez, respiraría hondo, me daría una ducha fría y me pondría a analizar con el máximo celo posible el cómo y el porqué de este torpedo, pero sospecho que ni él mismo ni la caterva que le rodea y que no le ha dado un consejo sensato en toda su existencia, harán por llegar al fondo de una cuestión que está más que servida. Se trata de un político ofuscado al que otorga servicio una camarilla más ofuscada todavía y eso no tiene buen arreglo cuando el arreglo es sencillísimo. Se trata de abstenerse en segunda vuelta -y no todos porque con ocho o diez bastaría- tras contarlo con pelos y señales, nombres y apellidos, en una comparecencia pública preparada para ello. Y de inmediato, pasarse a la oposición. No es tan difícil, Pedro, en serio.
 

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