Opinión

Frunciendo el ceño

Sospecho que hoy mismo Pedro Sánchez obtendrá los votos suficientes para poder proclamarse presidente del Gobierno. Lo digo no asustado -porque a la edad que yo tengo uno ya no se asusta de nada- sino con un cierto gesto de preocupación porque este acuerdo que no está inspirado en otros parámetros que la satisfacción de las ambiciones de cada uno no puede acabar bien. Y además, con la seguridad consciente de que será un Gobierno ficticio e inútil que no cumplirá las condiciones básicas para comportarse como tal, entrará pronto en crisis y producirá una etapa de fragilidad democrática e inoperancia legislativa de la que nos vamos a doler profundamente los españoles inmersos en una de las etapas políticamente más delirantes e inútiles de nuestra reciente historia. El Gobierno de Cataluña presidido por el tal Torra no ha aprobado ni una sola ley desde que este sujeto fue nombrado presidente del ejecutivo catalán, pero lo que se nos avecina en el país no va a ser mucho mejor.
Sánchez va a ser presidente auspiciado por los votos de unos personajes a los que desprecia. Dispuesto a cualquier dejación con tal de ser presidente, Sánchez abrirá su consejo de ministro a la presencia de elementos de Unidas Podemos a los que terminará pagando el preceptivo tributo en forma de determinadas carteras –no las que otorgan votos y tienen peso específico desde luego- que los mantengan entretenidos haciendo política social de diseño, y aplicando el peligroso sistema de  prueba/error que es el más aconsejable para dilapidar inútilmente el presupuesto. Las relaciones que ambos socios gubernamentales han mantenido en esos ochenta días son tan tóxicas que resulta imposible suponer que de un día para otros se han vuelto amigos y van a desarrollar una política sensata y homogénea, pero eso a estas alturas del panorama político nacional no tiene la menor trascendencia. Los ministros de Podemos harán la guerra por su cuenta, sus socios les dejarán hacer con tal de que no metan la cuchara en las áreas que les han sido vedadas, y todos tan contentos hasta que la situación rebase y volvamos a la casilla cero.
Si a la vista de este panorama no se dibuja en el ambiente un interrogante y una sombra de preocupación en el ceño es que hemos decidido olvidarnos de todo.

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