Opinión

Embustero y bailarín

He leído por ahí, que Almudena Ariza ha rechazado el cargo de directora de los servicios informativos de RTVE. La decisión la ha tomado, según ella misma expresa en un comunicado difundido en las redes, que sometido su cargo al escrutinio de sus compañeros de departamento, no ha alcanzado su candidatura el respaldo que ella estimaba necesario en las urnas para desempeñar con garantías un trabajo que, en su opinión, necesita una amplia base de aceptación porque las necesidades mandan y el ente público necesita recuperar una credibilidad que comienza a perder a chorros. La pérdida ha llegado a un punto que, al mando de Rosa María Mateo, los informativos de la televisión de todos han descendido hasta el tercer lugar en la lista de preferencias de los telespectadores, superados ampliamente en estas últimas oleadas por los de Antena 5 y Telecinco. En tiempos anteriores, estos espacios ocupaban un primer lugar indiscutible y tenían el respeto y la fidelidad de miles de españoles.
Ariza es una profesional competente, que ha recorrido muchos peldaños en su actividad como periodista y que ha actuado con criterio y solvencia especialmente en su papel de corresponsal de RTVE, antes en Nueva York y ahora en París. Cuando a uno le ofrecen una vuelta a casa ocupando un cargo tan importante como el que la han ofrecido, no parece fácil rechazarlo pero ella lo ha hecho. A lo mejor hay que preguntarse por qué, más allá de este escrutinio que no ha alcanzado los votos favorables que apetecía. Es cierto que la participación de los trabajadores del medio ha sido muy escasa, -de 3.600 inscritos en el censo solo han votado 498- pero los votos favorables han superado el 60% -308 a favor, 117 en contra y el resto blancos- que, en principio parece otorgar un cierto consenso. El problema sin embargo no es la obtención de una mayoría suficiente que podría justificar el empleo, sino la sensación de despego y desinterés que ha suscitado Ariza entre sus futuras gentes. El problema en definitiva es que RTVE es un caos en manos de una administradora que debería haber durado una semana y va para un año y medio, a la que se han otorgado sin merecerlo plenos poderes, que ha hecho y deshecho lo que le ha dado la gana, y ha sumido el ente en la miseria. Rosa María Mateo se irá a casa cuando toque y habrá dejado RTVE sin credibilidad, sin espectadores y en la ruina. 
 

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