Opinión

El trilero inglés

La relación de individuos políticos que en los tiempos más próximos han tratado –y con frecuencia han conseguido- hacer de su capa un sayo regateando las reglas más elementales de la honestidad política, es densa, extensa e intensa. En muchos de estos comentarios ya he hecho yo alguna que otra referencia a unos cuantos de ellos, citando comportamientos tan deshonestos como el de Luis Sartorius, por ejemplo, un sevillano zumbón de supuesta ascendencia polaca, presidente de gobierno isabelino que, molesto porque algunas de sus iniciativas más queridas eran indefectiblemente tumbadas por la cámara, cerró el Parlamento, se guardó la llave en el bolsillo del chaleco y gobernó desde su casa a golpe de Decreto. Famosa es la jugada de Napoleón III, uno de los pocos políticos que protagonizó un golpe de estado contra sí mismo para disolver las Cortes de la II República de las que era presidente y convertirse en Emperador, a imagen y semejanza de su tío el Bonaparte primero. Son casos muy llamativos de golfeo político pero evidentemente no los únicos que han aprovechado posibilidades y huecos legales en códigos y constituciones para legitimarse. Su ejemplo no ha debido caer en vacío, porque a estas alturas, con el siglo XXI ya avanzado, un político que presume de original y de verso suelto –líbrenos el destino de todos ellos con los que habitualmente sale el tiro por la culata- llamado Boris Johnson pretende hacer algo de esto.  El primer ministro de la Gran Bretaña no ha tenido el más mínimo empacho en echar mano de un truco de trile, que le permitiría congelar la actividad parlamentaria durante cuatro semanas para sacar adelante su proyecto. Concretamente el tradicional discurso que pronunciaría la Reina desde la cámara de los Lores, para explicar y otorgar carta de naturaleza al plan de actuación de un nuevo gobierno, una intervención solemne y ajustada a derecho que, sin embargo en esta ocasión y utilizada con la habilidad que Johnson pretende aplicar en ello, le permitiría orillar los impedimentos establecidos por la oposición e incluso por estamentos de su propio partido, para impedir una salida unilateral del Reino Unido de la Unión Europea. Un Brexit silvestre que es lo que él quiere. El truco de los tres sombreros –hat trick- no solo define la autoría de tres goles en un mismo partido sino al timo de la bolita. Que es lo que hace ahora el premier británico.

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