Opinión

El palo y la zanahoria

La última de las estrategias imaginadas sospecho por Iván Redondo que es al que se le ocurren todos los trucos puestos en práctica por el Gobierno, es la de hacer del presidente Sánchez el adalid de los futuros pactos que puedan establecerse cuando vayamos sacudiéndonos la pandemia. Se trata de construir un escenario suficientemente flexible y acomodado para que Sánchez se convierta ante la Historia en el personaje sobre el que gravite la capacidad para convocar en torno a sí a todas las instancias necesarias para el consenso, desde los departamentos ministeriales hasta las organizaciones empresariales, los sindicatos, los medios de comunicación, e incluso la Iglesia. Capitalizando esta actividad que propone la formalización de un protocolo de acuerdos capaces de conducir las actuaciones posteriores al virus hacia una recuperación lo más consensuada posible de la economía y las finanzas arrasadas por efecto de la pandemia, se capitaliza también la acción política y se obtiene el objetivo perseguido. Hacer de Sánchez un héroe sin cuya prudencia y dignidad, la recuperación sería imposible. Redondo lleva tiempo reflexionando sobre el hecho y lo está poniendo en práctica.

Naturalmente y como en cualquier otro régimen con irresistible inclinación populista, una de las herramientas más importantes del plan es avergonzar a la oposición y a determinadas instancias consideradas accesibles. Por eso, mientras Sánchez comparece inmaculado en sus  apariciones ante las cámaras y aprovecha la colaboración permanente de su canal de televisión público y algunos otros canales privados que no le son ajenos, para comparecer en estado puro, voces próximas y controladas por él se ocupan de la tarea fontanera. María Jesús Montero, portavoz del Gobierno aunque cueste creerlo, aprovecha cualquier espacio ante las cámaras para desprestigiar a aquellos a los que el presidente solicita respaldo incondicional y libre de cualquier crítica. Montero y Lastra se ocupan en ponerlos a escurrir y persisten jornada a jornada en esta imprescindible tarea. O sea, palo y zanahoria.

La realidad en esta España de la pandemia en la que  todavía fallecen más de quinientas personas al día y en las que se ha decretado la vuelta al trabajo sin que las instancias de Gobierno puedan asegurar los medios suficientes para desplazarse en condiciones razonablemente seguras, es distinta a la de los espacios informativos que se emiten en la Primera cadena. Habrá que  revisar muchos videos…

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