Opinión

El equipo variopinto

La lectura apresurada de los apuntes biográficos que definen el nuevo gabinete parece inspirarnos la sospecha de que se trata de un grupo heterogéneo y no estrictamente bien avenido al que, por el momento, cohesiona un interés político evidente y fruto más de la precariedad que del dominio, y un sentimiento compartido de justicia social a la usanza de una izquierda pródiga en paradojas, que poco tiene que ver con los tradicionales principios que han definido durante dos siglos la izquierda histórica. Muchos de los integrantes de este gabinete necesitan desesperadamente reivindicarse y demostrar a los votantes que han depositado su papeleta en las manos de una verdadera izquierda del siglo XXI.  Y además, afirmarse en su condición de  bocetos personales que configuran un equipo largo y ancho –demasiado largo y demasiado ancho a mi gusto para ser operativo- capaz de asumir restos.  Existe, es cierto, predominio del socialismo de diseño trabajosamente construido a partir de la utopía desde los tiempos de Zapatero, pero está también completado este consejo variopinto con las aportaciones de socios abiertos y por qué no, encubiertos, que van a querer ejercer sus prerrogativas y que están muy motivados por el omnipresente y penetrante principio de “qué hay de lo mío”. Son ministerios en general de una importancia real muy relativa, pero muy susceptibles de lucimiento si en verdad tienen presupuestos suficientes para afrontar sus compromisos. De hecho, el exotismo que se advierte en alguno de sus miembros garantiza una presencia constante en los medios de comunicación aunque uno desconoce si esa estancia continuada debajo del foco puede considerarse a la larga positiva. Yo, si fuera fontanero de La Moncloa, solicitaría prudencia aunque entienda que, para un puñado de nuevos altos cargos políticos, esto es algo así como estar en las galas de “Operación Triunfo”. Un buen racimo de ellos han pasado de destinos con muy poco glamur al Consejo de Ministros.

El tiempo va a dictar sentencia  y lo va a hacer pronto porque el equilibrio político es muy frágil, los problemas se amontonan y los frentes en los que hay que tomar decisiones son abundantes. Las primeras de todas ellas son fuegos de artificio. Pero vendrán mayores exigencias.

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