Opinión

El amigo americano

No tengo yo muy claro que en plana crisis de Cataluña, el presidente Rajoy haya dado un salto a Washington para oficializar el apoyo que Donald Trump le ha ofrecido y que muestra el respaldo incondicional de la Casablanca a la causa del Gobierno español ante el secesionismo. Es, desde luego, un punto muy favorable y eficaz que la Casa Blanca esté del lado de los constitucionalistas en este absurdo contencioso que debería quedar visto para sentencia el domingo pero, como imagen, la de Trump no es precisamente -al menos de cara a la opinión pública europea- ni muy valorada ni muy apreciada. Trump es a todos los efectos y a los ojos de los sesudos medios de comunicación europeos, un verdadero patán y su estampa es la de un cowboy perdonavidas, maleducado y zafio enzarzado en un combate dialéctico con otro desagradable sujeto al que llama “pequeño hombre cohete” que se entretiene lanzando zambombazos sobre los pacíficos ciudadanos japoneses. El problema, en mi opinión no es tanto de Rajoy como de Trump y es indudable que el presidente español no es culpable de que en la presidencia de la nación más poderosa del mundo se siente un personaje como el que ha ganado sorprendentemente las elecciones.
La diplomacia española ha desarrollado una agotadora actividad estos últimos meses tratando de neutralizar la campaña que los secesionistas han desarrollado por todo el continente europeo gastándose lo que no tienen en publicidad encubierta, viajes, contactos con responsables de medios de comunicación y otras muchas atribuciones que no puede asumir pero que han asumido engordando al mismo tiempo una deuda que los ciudadanos de bien deberíamos conocer sin aditivos ni colorantes. Cataluña se ha montado una red de embajadas a las que no tiene en absoluto derecho pagándolas con dinero del contribuyente, y ha ido por ahí dilapidando presupuesto a manos llenas hasta que ha llegado Montoso para ponerle freno al despilfarro. Quizá en aras de una mejor apariencia, Rajoy podría haberse fotografiado con Macron, Merkel e incluso con Corbyn ahora que parece destinado a presidir el Reino Unido. Los Estados Unidos son un amigo irrenunciable, pero su presidente es, a estas alturas, más un peso muerto que una ayuda en cuestiones de imagen. Incluso la conclusión a la que Trump ha llegado parece  boba de puro palmaria. “Sería una tontería que Cataluña no siguiera en España”. Es Trump, claro…
 

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