Opinión

El 45 presidente

Donald Trump hace el número 45 entre los presidentes de los Estados Unidos, clausurando por el momento una lista que se inició en abril de 1789, cuando la asamblea del recién declarado país independiente nombro por unanimidad en la convención de Filadelfia a un terrateniente virginiano llamado George Washington para desempeñar por primera vez el ansiado puesto. Como ocurrió varias veces en episodios posteriores, -recuérdense los casos de Ulysses Grant y Dwight Eisenhower- la elección recayó en un héroe de guerra pues Washington había capitaneado el ejército llamado colonial -formado mayormente por patriotas milicianos- que acabó derrotando a las tropas regulares del rey Jorge V y desbrozando el camino para que aquellos territorios de ultramar alcanzara en 1783 la ansiada independencia de la corona británica. El tratado de independencia se firmó en París ese mismo año pero resultó una tarea casi tan difícil poner de acuerdo a cada uno de los representantes de los antiguos territorios coloniales como ganar la guerra.

Es evidente que en un grupo tan variopinto e ecléctico -en el que por cierto todavía hoy no ha figurado ninguna mujer- como el que define y determina la filiación y personalidad de cada uno de los habitantes de la Casa Blanca, los ha habido buenos, regulares e incluso bastante malos. Han existido presidentes magníficos, valientes, heroicos incluso. Y también intolerantes, pusilánimes, belicosos, mentirosos y cobardes. Los hubo capaces e incapaces, moderados y radicales, y de ellos, cuatro murieron asesinados en el cumplimiento de su cargo…

Pero hasta la fecha ninguno había ofrecido un índice tal de bárbara incultura como el actual, y mira que los hubo brutos y zánganos. Donald John Trump ha participado a sus administrados que, teniendo en cuenta lo bien que funcionan algunos productos de asepsia, recomienda inyectarlos directamente en los pulmones de los afectados. Ni siquiera  los cinco o seis primeros presidentes (hombres por otra parte y en general, honestos y ejemplares) se atrevieron a proponer recomendaciones tan extraordinarias, a pesar del escaso desarrollo experimentado por la ciencia médica en aquel entonces. Tres siglos después, cuando podría suponerse que el ser humano ha evolucionado, aparece Trump. Y no solo aparece sino que va a la Casa Blanca.

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