A pesar de que la bancada del nuevo PSOE ha emitido una ronca y profunda bocanada de alivio al comprobar que finalmente, y pese a los intentos de convicción a última hora procedentes de los bancos opositores, no se ha producido otro “tamayazo” como aquel de 2003, no acabo yo de comprender a qué viene una manifestación de aliento tan reconfortado. El líder de este disparate ha salido elegido presidente en segunda votación con mayoría simple tras fallar en primera instancia, sumando dos votos más de los que contaban en su contra. Para hacernos una idea, estos dos votos que le dan la Moncloa, pueden pertenecer a una escisión profunda en el nacionalismo canario y al solitario representante de un movimiento urbano que protesta contra los poderes públicos porque considera que han abandonado a su suerte a la provincia de Teruel de la que es representante. Total 165 votos a favor (PSOE, Unidas Podemos, PNV, BNG, Nueva Canarias, Más País, Compromis y Teruel Existe) 163 en contra (PP, Vox, Ciudadanos, JxCat, Coalición Canaria, PRC, CUP, Navarra Suma y Foro Asturias) y la inapreciable ayuda de las 18 abstenciones contabilizadas que proceden de ERC y Bildu. Las que han despejado el camino que lleva a Pedro Sánchez y su joven esposa, recién pasada por el botox, hasta la presidencia del Gobierno. Para un sujeto al que sus propios compañeros de partido tiraron por una ventana y una dama que ha pasado del desempleo a gestionar el África Center no está nada mal.
En el verano de 1870, y en una ceremonia muy austera celebrada en el llamado Palacio de Castilla residencia de la reina en su exilio parisino, Isabel II renunció por escrito a sus derechos como monarca y se los trasladó a su hijo y heredero el príncipe Alfonso que contaba en aquel momento trece años. Junto a él estaba José de Osorio, duque de Sesto y marqués de Alcañices, auténtico adalid de la Restauración que sufragó de su propio patrimonio. Una vez acabado el acto, la ya ex soberana formuló un ruego a su hijo; “ahora dale un abrazo a Pepe que te ha hecho rey”.
Pues ahora, Pedro, debería darle un abrazo a los independentistas catalanes y a los independentistas vascos que te han hecho jefe de Gobierno. El por qué de todo ello es por ahora secreto de sumario.
