Opinión

Culpabilidad compartida

El tremendo caso de Verónica, trabajadora en una gran empresa de automoción, casada y madre de dos hijos, que puso fin a su vida a los 32 años incapaz de superar la angustia producida por la divulgación en redes de un viejo vídeo que ella misma había grabado en su momento y enviado a una antigua pareja, pone de manifiesto la necesidad de revisar todos los protocolos y normativas que constituyen el escenario de estas prácticas adscritas al desarrollo de nuevas tecnologías. Pero no solo es necesario estrechar el ámbito jurídico que acote el uso de estas plataformas de nuevo cuño, sino la puesta en práctica de un renovado e imprescindible tratamiento grupal y cultural en el proceloso marco de una sociedad como la nuestra, que muestra brotes cada vez más alarmantes de indecencia. El caso de Verónica es un caso demoledor de indignidad, cuya evolución  acusa directamente al canalla que rescató las imágenes en su poder para explotarlas y convertirlas en una herramienta de venganza, y que acusa también a un colectivo –el ámbito entero de una empresa compuesta por 2.500 compañeros de la fallecida- muchos de los cuales se convirtieron en colaboradores indirectos de este suceso terrible. Verónica fue víctima de un acto pavoroso y culpable, una venganza  que las crónicas del episodio  ponen de manifiesto en toda su indignante crudeza. La antigua pareja que en su momento recibió el vídeo y que seguía compartiendo con ella el lugar de trabajo, deseosa de recuperar inútilmente la relación y despechada, colgó aquel pedazo de intimidad en las redes causando un daño irreparable, destrozando primero su matrimonio y abocándola más tarde al suicidio. Cuesta imaginar un comportamiento más vil y más despreciable, pero es cierto también que el marco en el que vivimos es el idóneo para cometer estas indignidades. Hemos avanzado inmensamente en materia de tecnología pero en el estricto ámbito de nuestra condición de humanos seguimos siendo unos malditos trogloditas.
La huella en la conciencia que esta tragedia depara deberá ser compartida por todos, con independencia de sus consecuencias penales que espero sean severas. De la muerte de Verónica todos somos culpables.

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