Opinión

Cine y viajes

El plan desarrollado en Moncloa para afrontar este tramo final de las elecciones  recuerda tanto a las muestras de cariño populista y apolillado de antaño que parece como si a los dirigentes del partido del Gobierno los hubieran metido en el túnel del tiempo y hubieran aterrizado medio siglo atrás. Los talentos que componen el infinito equipo de asesores del presidente le han convencido de que la oferta de duros a cuatro pesetas es la más rentable en este tramo final, y el presidente Sánchez ha tomado como costumbre  anunciar sus regalos en los mítines a los que asiste y llevarlos luego al Consejo de Ministros para hacerlos efectivos en fechas posteriores. Estos días sin ir más lejos, Sánchez ofrece viajes bonificados a los más jóvenes para que conozcan mundo mientras lleva a los viejo al cine casi de balde, dos expresiones del protocolo de bendiciones y tutelas al que se está abonando, francamente deplorables porque no hay nada más melancólico que esas propinas desgastadas por el uso y el abuso que tratan de contentar a los colectivos vulnerables invitándolos a una diversión precocinada a cambio del voto.
Francamente se me hace duro de aceptar que un casi infinito batallón de asesores presidencias expertos en todas las materias no pueda imaginar mejores causas para atraer al votante que la promesa de pequeñas diversiones  patrocinadas y tuteladas. Los veteranos -entre los que desgraciadamente me cuento-debemos sentirnos incómodos cuando lo único que se le pasa por la imaginación a un fontanero presidencial es echar mano al bolsillo y juntar unos durillos para invitar al cine a un  abuelo. Mandarlo a que se divierta un par de horas y vuelva a casa soñando en los mundos que ha visto en la pantalla.
Reflexionando y meditando sobre este sistema elegido desde Presidencia del Gobierno que consiste en financiar un ocio del tres al cuarto para procurar que los que no desean distraerse se distraigan, uno se pregunta dónde van a parar en realidad los muchos dineros aportados individualmente como satisfacción del IRPF y donde siguen yendo a parar los que se mantienen detrayendo a los jubilados de esas pensiones que se justifican por las aportaciones santamente detraídas durante años y años de trabajo. Crear empleo de calidad para los jóvenes sería una buena solución. Y cuidar con cariño y generosidad a los mayores sería otra excelente costumbre. 

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