Opinión

El cabo de las Tormentas

Doblado ya el cabo de las Tormentas en la campaña electoral, y directos hacia la jornada de reflexión en la que paradójicamente nadie reflexiona y todo el mundo vulnera los preceptos protocolarios soltando doctrina y escribiéndola que es incluso peor, bueno es trazarse un resumen a vuelapluma de lo que ha sido hasta el momento este lento e irregular discurrir a la caza del voto con la clase política viajando de un lado a otro para convencer de las excelencias de su oferta a un administrado que conoce a la perfección el perfil de alcalde que quiere para su pueblo y cuyo nombre ha repetido en la urna con exacta fidelidad en otras muchas y anteriores convocatorias. Personas que saben de esta materia mucho más que yo no dudan en afirmar que los alcaldes apenas cambian y que muy incompetentes tienen que ser el personaje para perder su alcaldía contando además con todos los resortes a su alcance y dominando el terreno desde su posición de privilegio. Es cierto que un día, el alcalde una gran ciudad me confesó que a partir de la tercera legislatura se corre el peligro cierto de perder la cabeza y creerse dueño en lugar de servidor del ayuntamiento, pero sospecho que esa percepción no es patrimonio único de los presidentes de corporaciones sino un mal muy arraigado en todo aquel que ejerce un cargo. Con las naturales excepciones, desde presidente de una comunidad de vecinos hasta presidente del Gobierno. Los alcaldes son más de lo mismo.

Aquí la pimienta la ha puesto el municipio de Mojácar donde se pagaban 100 pavos a los emigrantes por prestar su voto y en cuyos escenarios desembarcó el PSOE con todo lo que tenía para tratar de voltear la situación y ganar un ayuntamiento en el que gobierna el enemigo. Ahora, los expertos de Moncloa tratan de borrar las imágenes del mitin en el que Bolaños ensalzó la irreprochable calidad democrática del candidato a la vara municipal del enclave costeño almeriense y sus compañeros de empeño, sabiendo que el segundo de a bordo –que aparece en todas las tomas y hay que eliminar digitalmente- está acusado de comandar el fraude y ha sido decapitado fulminantemente antes incluso de que el juez dictamine su culpabilidad o inocencia en la manipulación del proceso.

Lo que de verdad está en duda es el proceso mismo, que es lo más grave.

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