Opinión

Amanece que no es poco

Hace unos días leí las declaraciones de un sujeto capaz de hacer una película que le ha colocado con todo merecimiento en la Historia, es decir que leí lo que José Luis Cuerda tenía que decir sobre los futbolistas y los dineros que se gastan en esta ocupación de darle patadas a la pelota. Si José Luis Cuerda es capaz de hacer una película tan divertida, ocurrente, profunda y genial como “Amanece que no es poco”, es también merecedor de que le hagan caso en un país que no suele hacer caso de los personajes que tienen algo digno que decir y a los que se suele despreciar por el solo motivo de ejercer con equidad y sentido común las facultades del pensamiento.
Cuerda es un manchego socarrón y descreído que antes de enfrentarse a la entrevista venía de someterse a una colonoscopia así que venía ya tocado del ala. Cuando le preguntaron qué opinaba de las fortunas que se están pagando por los futbolistas, respondió sin perder la sonrisa que habría que equiparar sus comportamientos a los de otros profesionales. Es decir, que si uno falla un gol cantado habría que ponerle una multa, y si falla un penalti habría que imponerle una multa doble.
La idea de castigar económicamente a los jugadores de fútbol en la misma medida que se premian sus aciertos no es nueva, y existe un extendido pensamiento unitario al respecto. Si a un jugador se le recompensa con primas millonarias y otros incentivos parecidos  por ganar los partidos –lo que no deja de ser llamativo porque se recompensa a alguien por cumplir con su obligación- lo razonable sería que fuera sancionado económicamente cuando no lo cumple y los partidos que deberían ganarse no se ganan. Si un delantero falla digamos un gol de bulto, lo razonable sería sancionarlo. La temporada pasada, Benzeman no hubiera ganado sueldo bastante para pagar sus múltiples despistes ante la portería contraria.
Pero esa política no se va a poner nunca en funcionamiento y muy al contrario, los precios se disparan. El Chelsea acaba de pagar 80 millones de euros por la contratación del joven portero Kepa Arrizabalaga hasta ayer bajo los palos del Athletic de Bilbao.
Lo malo no es leer la cifra. Lo malo es trasladarlo a pesetas de las antiguas. Es cuando uno se da cuenta del tamaño del disparate.

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