Opinión

Flamencos contra España

Una expresión popular en España dice que se pone flamenco quien se irrita y responde con chulería a quien lo incomoda.
 Es así como están reaccionando las autoridades de la provincia belga de Flandes ante la España actual.
 Los flamencos, gobierno regional y parlamento, han contestado con descalificaciones y provocaciones ante la decisión de Josep Borrell de retirarle los derechos diplomáticos en España al delegado de su Gobierno regional, un consejero de la embajada belga en Madrid, André Hennelinck, defensor público, como sus superiores flamencos, de la independencia catalana.
 Borrell avisaba así al presidente de parlamento flamenco, Jean Peumans, de un partido nacionalista mayoritario cuyo objetivo es la independencia de Flandes, y a algunos líderes del gobierno regional que denuncian a España como país no democrático por tener en prisión a altos dirigentes separatistas que no huyeron tras declarar la independencia de Cataluña hace ahora un año.
 Para los nacionalistas-separatistas flamencos Cataluña es la precursora ante el mundo de su propia independencia, razón por la que intentan debilitar España
 Los 11,5 millones de belgas dentro de un territorio poco mayor que el de Cataluña están en permanente enfrentamiento lingüístico. El nacionalismo ha envenenado lenta pero implacablemente a sus dos grandes regiones separadas física y lingüísticamente, especialmente a la flamenca.
 Los choques son permanentes entre los seis partidos flamencos, con abundancia de secesionistas, y los siete valones, pese a que ideológicamente algunos son gemelos, como los cristianodemócratas, liberales y socialistas.
 En Flandes es raro que alguien conteste a quien hable francés, y es fácil observar allí un complejo de superioridad que genera muchos radicales simpatizantes del nazismo.
 Una señal de esta diferencia: fuera de Bruselas apenas hay parejas entre personas de esas dos comunidades que ni se hablan y se desprecian.

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