Opinión

Un talibán de alcoba, vigués

Pues, dilecta leyente, la supongo informada  de ese sucedido en Vigo, en que un tipo al que solo cabe catalogar de talibán de alcoba se ensañó con su mujer, posiblemente por celos, a lo que tal vez contribuyó el que un bandarra echara leña al fuego al contarle al “sultán” que había visto a su señora hablando con otro hombre, tal vez desconociendo el carácter celotípico y violento del andoba, por lo que, tal vez, no debió prever el desenlace, con la imprudente información  que proporcionaba.

El tipejo sometió a la mujer a todo tipo de humillaciones y violencia física, atándola y violándola, pero para darse mayor satisfacción, envió fotos de su “hazaña” a un amigo de ella, solo para humillarla aún más. ¿Quizá pensó que el amigo era su amante? En cualquier caso, eso fue lo que evitó la continuación de la tortura, pues el cívico receptor de las fotos avisó a la policía.

Eso de gravarse cometiendo la infracción es el sello indeleble de algunos becarios a delincuentes que demuestran su estupidez al autoinculparse, pero para ellos lo importante es seguir la moda, sin reparar en las consecuencias. Algo que la bofia agradece.

Otra cosa que llama la atención  es el porqué la víctima que llevaba más de una década sufriendo malos tratos y que hablaba con frecuencia con su familia, aunque fuese a escondidas, no denunció los hechos. Parece que tenía una dependencia emocional de su particular talibán. Eso merecería un profundo estudio por parte los expertos, y no de alguna de las afortunadas adjudicatarias de las sinecuras que reparte la señora Montero.
Por último, cabe resaltar el pormenorizado escrito de la acusación fiscal, algo insólito en otros hechos de distinto signo. 

Lo irónico es que después de tantos estudios, congresos, seminarios, comisiones, etc., se haya llegado a la conclusión de que la mejor defensa es un buen ataque, y ahora se recurre a enseñarles defensa personal. Lo cual está bien como último recurso, pues no se puede ir por la vida poniendo el desnudo cuello para que te lo retuerza cualquier mindundi con turbante virtual. 

Ahora asistimos con cierto estupor a un nuevo tipo de crimen: el asesinato entre homosexuales. Y la pregunta que está en el aire es si se considera violencia de género, con todas las consecuencias que ello conlleva. Lo curioso es que los gays que conozco se refieren al otro partenaire como su marido. Por lo que debe resultar un tanto enigmático descifrar quién es quién en la relación de estas parejas. En principio se trataría de violencia doméstica, sin embargo, una nueva corriente doctrinal  considera que aunque se trate de personas de un mismo sexo si el agresor desarrolla dentro de la pareja un rol dominante similar al machista, entonces habría un maltrato asimilable a la violencia de género;  ésta con mayor pena.

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