Opinión

Serenidad, valor y sabiduría

Resulta digna de todo encomio una resolución judicial que trata de paliar un conflicto de intereses, entre la Ley y la justicia, que no siempre casan, porque a los jueces les basta con que los hechos y los fundamentos de derecho encajen como si fuesen meros administrativos del debe y el haber contable. Pero los números sólo son frías cifras y los destinatarios son personas, con corazón y, según algunos, con alma.

Me estoy refiriendo a la medida cautelar de alejamiento del hogar familiar, aplicada a un anciano de 88 años, por violencia en el ámbito familiar contra su sufrida esposa, que al parecer llevaba más de cincuenta años soportando los malos tratos del viejete cascarrabias. Pero el magistrado se pregunta qué va a ser del octogenario, al que sólo le queda la desazonadora calle como refugio. Por eso, al mismo tiempo que lo echa del domicilio, oficia a los servicios sociales del Ayuntamiento para que se cuiden de él, cuya situación no duda en calificar de desamparo.

Deberían tomar nota otros compañeros del magistrado de A Coruña, sobre todo cuando proceden al dramático desahucio o caso similar.

Suárez-Mira, levantó la venda a la diosa de la Justicia, para que dejara de ser ciega y al menos actuase como tuerta, y así con ponderación y mesura, aplicando la máxima de Concepción Arenal “Odia el delito y compadece al delincuente”, aplicó la ley, como era su ineludible obligación, pero al mismo tiempo actúo con la justicia que la situación requería. Creo que eso se llama equidad.

Loor y gloria excelso magistrado y ex compañero de ingratas labores como docente en la Universidad de Vigo, como eran aquellos interminables exámenes orales de Derecho Penal. Supongo que te seguirá gustando  la milanesa de ternera a la que me terminé aficionando.

En cualquier caso, que los dioses te den serenidad para aceptar las cosas que no puedes cambiar, valor para cambiar las cosas que puedes y sabiduría para poder diferenciarlas.

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