Opinión

Rateras y murcigleros

En un artículo anterior comentábamos los robos cometidos por bellas señoritas con pamela y oliendo a chanel que no respondían al prototipo de choro al que estamos acostumbrados y que solían utilizar el viejo método del resbalón sobre la cerradura, siempre con exquisita limpieza. Este tipo de delincuencia itinerante que comenzó detectándose en Andalucía también ha hecho escala en Vigo, por lo que hay que estar preparados. 

Una modalidad que parece haberse evanecido, gracias a la actuación policial, y que tenía preocupados a los vigueses, es la de los conocidos en el argot como “murcigleros”; y es que la seguridad domiciliaria es uno de los temas que más preocupan a los ciudadanos, tal como reflejan las encuestas periódicas oficiales, así como el Observatorio de la Seguridad. 

Este nuevo sistema quedó al descubierto con ocasión de la “Operación Rochas”, llevada a cabo en 2.006, consistente en la entrada en domicilios con sus moradores en su interior, principalmente de noche, y abarcando tanto la modalidad de violencia o intimidación contra los habitantes de los mismos, como sin ella; en este último caso, adormeciéndolos. Entre ellos se encontraban delincuentes argelinos, marroquíes, rumanos, albaneses, lituanos, albanokosovares, colombianos, serbios, colombianos, ecuatorianos y, por supuesto, españoles.

Una de las víctimas más notorias fue el piloto británico Jenson Button al que sustrajeron de la mansión que tenía alquilada, mientras dormía con su pareja, joyas por valor de 426.000 euros. Las autoridades consideraron entonces que los delincuentes utilizaron los conductos del aire acondicionado para introducir gas somnífero. 

A la hora de explicar el “modus operandi”, circulan diversas leyendas urbanas, como que utilizan sprays con sustancias adormecedoras, como cloroformo, clorietilo, o gases paralizantes. Pero el cloroformo no se vende en farmacias y el clorietilo es una droga que no llega a producir sueño. Respecto a los gases paralizantes, estos son de uso exclusivamente militar (fue utilizado por las fuerzas rusas en el secuestro llevado a cabo por rebeldes chechenos en un teatro de Moscú) Y aunque la violencia es un hecho puntual y raro, que supone menos de un 0,02 % de los robos, los usuarios están cambiado la preocupación por sus bienes, para hacerlo por su seguridad personal. 

Desde el punto de vista penal, estos hechos se califican de “Robo en vivienda habitada”, cuya característica es que afecta a dos bienes jurídicos: El derecho de propiedad y el de la intimidad, con la agravante de nocturnidad, y que tienen señalada una pena de 2 a 5 años. Cuando, además, haya intimidación o lesiones la pena aumenta.
Este tipo delictivo de choriceo en queli ajeno no es nuevo, pero ha variado sus características, que lo vuelven mucho más peligroso. De antiguo ya operaban familias de zíngaros hispanos y rumanos, que utilizaban menores, tanto aprovechando su poca complexión física para poder ser introducidos por una ventana o ventanuco traseros, como por la impunidad de que gozan en nuestro país los menores de 14 años. Por lo que, caso de ser descubiertos, la Justicia los suele devolver a sus padres, salvo que se pruebe que son ellos los que los están utilizando, cosa harto difícil de demostrar por la imposición de la omertá entre estas familias de delincuentes. Otra diferencia es que los hechos tenían lugar de día y así, mientras los adultos llamaban a la puerta principal para pedir limosna u ofrecer cualquier tipo de género, con el fin de entretener al ama de casa, los “chinorris”, ya dentro, cogían lo que podían y volvían a salir por el mismo lugar de entrada. Estos robos eran, podríamos tildar de inocentes, comparados con la modalidad actual de los murcigleros.

¡Pero tranquilos, “la Judicial” no está dormida!

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