Opinión

Querencia al talego

Pues, dilecta leyente, últimamente parece que cada vez hay más gente que tiene querencia al talego, llegando a simular una fechoría para ser aceptados en el selecto club de los “mangutas”. Tengo que confesar, a pesar de mi experiencia, que un atraco a mano armada en Estados Unidos, por sus circunstancias, me ha fundido el yelmo. Primero, porque el hombre gastaba una florida barba blanca que parecía parodiar a Papá Noel, no en vano el hecho lo realizó en Navidades. Luego, lanza el dinero, afanado al Banco, por el aire, deseando a sus conciudadanos unas Felices Fiestas, después se sienta a esperar la llegada de la bofia, y por último, y lo más sorprendente, fue que los espectadores recogieron la guita para devolverla al Banco.

En nuestro país, aparte del “robaperas” tradicional, que suele dejar pistas para su identificación por su nostalgia al “palacete”, ha aparecido un nuevo tipo de inquilino, el “delincuente de cuello blanco”, razón por la que lo que las prisiones han tenido que adaptarse para recibir a tan distinguidos huéspedes; el más sofisticado alojamiento está, o estaba, destinado a Puigdemont.

Tengo en la trena a tres clientes, uno está por quemar la casa con su ex pareja y una persona enferma, dentro. Otro está por haberle dado la gran paliza a su novia e intentar acuchillarla, aparte de amenazas varias, y el tercero por violación. Pero no me preocupan demasiado, sé que están bien atendidos, bien alimentados y distraídos.
Y es que, dilecta leyente, mis clientes comen tres veces al día, comida variada, que no puede repetirse en toda la semana, y según la estación del año, edad, salud, creencias, etc. Todo ello supervisado por el médico de la prisión que, velando por su salud, garantiza que tiene las proteínas necesarias. Disponen de un cocinero profesional, y los ayudantes, que suelen ser otros internos, disponen del carné de manipulador  de alimentos. Además, en estas Navidades hubo cuchipanda especial para los pocos que no salieron de permiso.

La atención médica está garantizada, pues como están bajo la responsabilidad directa del Gobierno, a uno lo operaron del corazón al mes de ingresar, cuando llevaba la intemerata esperando en las listas de la Seguridad Social. Asimismo, como al incendiario le gusta el fútbol, está integrado en el equipo de la prisión y sale a jugar con otros equipos de otros Centros. Como también le atraen otros deportes, aprovecha para practicar natación en la piscina y ponerse cachas en el gimnasio del Centro, naturalmente. Al maltratador, como le pirra la batería, forma parte del grupo musical. El violador, vive plácidamente; a veces va a la piscina a tomar el sol y sobre todo fuma como un cosaco, sin que ninguna norma pajiniana se lo impida. A veces también lee, sobre todo tebeos, que obtiene de la biblioteca, y parece que quiere formar parte del equipo de la radio del “maco”. 

Como también disponen de asistencia jurídica gratuita, están constantemente interponiendo recursos contra todo y contra todos, llegando incluso al Constitucional por prohibirle a uno una salida al patio de quince minutos, sanción que le había sido impuesta por amenazar a un “boqui” (”funcionario de prisiones). 
Dos de ellos gozan de permisos ordinarios. Así que salen casi todos los fines de semana. Y el otro, que lleva menos tiempo, disfruta de permisos extraordinarios, pero aprovecha los “bis a bis” para darle gusto al “pizarrín”. La habitación adecuada para estos encuentros y los preservativos los pone la Institución. Además, cuando salgan, cobrarán el seguro de desempleo.

No es de extrañar que cada interno nos cueste a todos los españoles, incluidas las propias víctimas, unos 65 euros diarios (más de 300.000 de las antiguas pesetas al mes), el doble que en USA. Ya se daba, en tiempos de la “mili” obligatoria, la misma paradoja entre el presupuesto destinado para los soldados y el de los malhechores. Y es que ya lo proclamaba la Constitución de Cádiz “Los españoles son justos y benéficos”. Justos, lo dudo, pero benéficos con los malandrines…
Por algo, los presos extranjeros que, en virtud de diversos Tratados, podrían cumplir la condena en su país, prefieren las “mazmorras” españolas.

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