Opinión

Pedro y Pablo

Pues, dilecta leyente, resulta que Pedro Picapiedra y Pablo Mármol, dos  antiguos camaradas de francachelas, andaban ahora a la gresca por el juego aparentemente pueril de las sillas, al ritmo de la “ne me quitte pas”, pero que algunos “bastardos”, de mentes calenturientas, sospechaban que eran vulgares disfraces que escondían la auténtica lucha entre los terroríficos Ramsay Bolton y Jon Snow por el control del “reino de Hierro”.
Sin embargo, nuestros personajes, también de ficción, son, más bien, candorosamente diabólicos, con mentalidades infantiles que, no obstante, tratan temáticas propias de un público adulto. Pedro, como jefe en funciones  de la comunidad de propietarios Piedradura, no quería que Pablo entrara en la Junta de Gobierno para que no le hiciera sombra y, además, le impusiera sus ideas “atapuerquistas”, y lo vetó. Pablo disimulando su contrariedad aceptó el envite, dejando  a Picapiedra con el culo al aire, porque, si él era el obstáculo, dejaba sin argumentos al presidente de la comunidad para negar la entrada de su churri y otros rojeras.
Pablo pretendía, con ello, infiltrar un comando de demolición para dinamitar la comunidad desde dentro. Porque es como en la historia del escorpión y la rana, que usted, dilecta, conoce bien. En fin que el escorpión le pidió a la rana que le ayudase a cruzar el río, porque no sabía nadar. La rana, desconfiada, al principio se negó por miedo a que le hiera daño, pero aquél la convenció de que si la mataba morirían los dos. Y así el batracio llevó en su espalda al escorpión, pero en mitad del río éste le picó en la cabeza y ambos murieron ahogados. Antes de expirar, la rana le pidió explicaciones, y el asesino solo supo contestarle: “Es que es mi carácter”.
Unidas Podemos, que aparentemente parece que se ha feminizado, con la falacia de parecer más sensible y ganarse a “mujeres  al borde de un ataque de nervios”, es la ultraizquierda del PSOE. Es decir, es el partido que defiende la arcaica ideología bolchevique, de la que abominan hasta los rusos, que vivieron bajo su yugo y saben lo que traen esos polvos, pero Pablo sigue en su fijación de bailar con dinosaurios. ¡Y luego dirán que son progresistas!
A Pedro Picapiedra le pudo salir el tiro por la culata el veto al Sr.  Mármol, porque Pablo ahora tendría una pierna en la calle, otra en el Gobierno y los genitales en el Parlamento. Los suyos harían lo que él dijera, o sea que participaría en el Gobierno a través de churri interpuesta (que desde luego no es que ésta necesite recibir directrices, pues maman del mismo cáliz), y de otra, estando fuera, sería libre para atacar a la otra parte del Gobierno que no controlase. En fin, que haría un doble juego, encendiendo y aparentando sofocar el fuego, que es lo propio de los pirómanos.   Mira Pablito: Si no conseguiste asaltar el Gobierno, “asaltar el cielo” te va a costar más.

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