Opinión

¿Cómo ocultar el cadáver?

Pues, dilecta leyente, son muchas las desapariciones de personas de las que no se ha vuelto a saber y que por las circunstancias concurrentes se tienen fundadas sospechas de que han sido asesinadas. Lo más complicado para el asesino es deshacerse del cadáver sin dejar pistas que lleven a su localización y en su caso que no le relacionen con el crimen, pero los diferentes medios utilizados para tal execrable acción tienen sus fallos.
Así, el enterramiento ocasional, que suele ser el más común, se descubre por cazadores o senderistas, perros, alimañas, etc. Este fue el medio utilizado recientemente por Morate, el doble asesino de su novia y una amiga en Cuenca, o Miguel Ángel Muñoz en el caso de la peregrina americana en León, sólo que este apenas se lo curró, pues aprovechó el surco abierto por un jabalí para depositar a su víctima. Claro que Anglés y compañía llegaron a ser tan sádicos que obligaron a sus víctimas a cavar su propia tumba.
Más complicado es en un bloque de cemento, como ocurrió en 2.011 en Zaragoza, pero, como en el emparedamiento, el olor a putrefacto suele levantar sospechas. 
¡Ahora!, sofisticado es el sistema de la mafia, arrojando el cadáver a los pilares de los edificios en construcción para cubrirlos de hormigón.
El Arrojamiento al mar, río o embalse tiene el problema de que el muerto suele salir a la superficie o arrastrado a tierra y lo encuentran pescadores o submarinistas. A veces el criminal intenta simular una muerte por ahogamiento, pero, otras, la forma en que aparece el cadáver con las manos y pies atados no deja lugar a dudas.
El Descuartizamiento o trituración es una forma más fácil de transportar, pero quedan restos de sangre. Eso es lo que ocurrió en abril del presente año en Alicante en que cuatro individuos fueron detenidos al hallar en dos maletas que portaban el cadáver desmembrado de un hombre. Y en la Audiencia de Pontevedra se está juzgando un caso similar, sólo que el desmembrado cadáver no viajó, sino que fue ocultado en un arcón congelador en la misma casa donde lo mataron.
La Disolución en acido o rociándolo de gasolina deja restos de huesos y piezas dentales. La disolución en ácido sulfúrico mezclado con agua, es un método empleado por la mafia, ya que disuelve el músculo y el cartílago en 12 horas, volviendo en polvo el hueso en alrededor de 2 días, aunque según los expertos es imposible que se destruya por completo el cadáver. Rociar con gasolina a la víctima es un medio rústico utilizado por algunos autores de la llamada violencia de género. 
El Emparedamiento, como ocurrió en el célebre caso del doble crimen del Mesón del Lobo Feroz en Madrid, o más recientemente en Alicante: en que la mujer fue emparedada por su pareja en el cuarto de contadores del edificio en que vivían tiene la dificultad de que termina oliendo o se descubre al mover un tabique.
La Incineración, como el reciente caso de la pira funeraria del ínclito Bretón para quemar a sus hijos, o provocar un incendio para encubrir el crimen no evita que queden huesos y piezas dentales, sin descartar  objetos como anillos, medallas, etc.
El Canibalismo, es un sistema menos frecuente, pero al menos quedan los huesos delatores. Uno de estos casos ocurrió en Calpe, en donde un ciudadano británico se comió a su víctima, tras descuartizarla y a pesar de reconocer su crimen no se han podido localizar todavía restos del cadáver. ¿Tal vez guardados en algún arcón congelador?
Encontrado el cadáver, hay que prestar atención a las pistas falsas para desviar la atención sobre el auténtico móvil y el verdadero culpable, como en el caso de Déborah Fernández, en Vigo, en donde el autor/es intentaron despistar a la policía con un escenario totalmente ficticio.
Claro que sigue vigente la máxima “No hay crimen perfecto, sino investigaciones imperfectas”.
 

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