Opinión

La Justicia comienza con una jota

Pues, dilecta leyente, son todavía 101 países los que avalan la pena de muerte, entre los que se encuentran las dos más importantes potencias del mundo conocido, EE.UU y Rusia.  Algunos abolicionistas se basan en que no sirve para disuadir. A esto se podría argüir que muchos países estadounidenses que la habían suprimido, fue al constatar que se disparaban los crímenes, cuando decidieron volver a reimplantarla. Lo que está claro es que en los casos de violencia sobre la mujer no surtiría efecto cuando resulta que es el mismo asesino el que se quita la vida tras cometer el crimen. 

Otros, en que es una pena cruel, impropia de países civilizados. A ello se podría contraponer que el Estado tiene que defender a sus ciudadanos con todos los medios y si la vida de un asesino debe ser respetada, la de las presuntas víctimas, como mínimo, merece el mismo respeto.  Otros, en que nadie tiene derecho a quitarle la vida a otro ser humano. A lo que algunos oponen que si el criminal se comporta como un animal salvaje, no tiene derecho a ser tratado como un ser humano. Y los más legalistas, en que es una pena que no permite subsanar un error; y ante ello poco se puede replicar.

Se podrá estar a favor o en contra. Si los partidarios de la pena capital están dispuestos a ser ellos mismos ejecutados de resultar condenados, incluso debido a un error judicial, al menos se les reconocería coherencia. Pero lo que suele suceder es que uno sólo piensa en que se aplique la pena a otro, no en que se la apliquen a él. Y eso no es ni siquiera venganza, es maldad pura y dura. A propósito, circula por ahí que a un individuo se le apareció un genio y le ofreció el concederle lo que quisiera, siempre teniendo en cuenta que a su vecino se le daría el doble, y aquél, tras mucho meditarlo, pidió que le arrancaran un ojo.

Se dice que la pena de muerte en Estados Unidos goza de toda clase de garantías. En primer lugar, tiene que haber sido declarado culpable por unanimidad del jurado, eso sí compuesto por personas partidarias de la pena capital, luego ser revisado el fallo por un Tribunal de jueces profesionales y luego una serie interminable de recursos, que suelen agotar, y que explica que pasen en el corredor de la muerte veinte o treinta años, pendientes de la resolución judicial o el indulto del político de turno. En todo  caso, dos tercios de los yanquis están a favor de ese castigo y no es cuestión de perder las elecciones

Por su parte, la ley islámica es del tipo “ojo por ojo”, pero dando prioridad a los derechos del hombre sobre la mujer. Que el amor es ciego es lo que debió pensar el iraní Majad Movahedi, cuando arrojó un ácido al rostro de la joven Ameneh Bahraminava, despechado por el rechazo de ésta a contraer matrimonio, dejándola desfigurada y ciega, al estilo de algunos de nuestros talibanes de alcoba cuando ellas se niegan a continuar su relación.. Al igual que el “O trabajas para mí o no trabajas” medida que también suelen adoptar los macarras.

Desde luego este tipo de venganza puede ser más cruel que la propia muerte. Las fotos demuestran que Ameneh era una joven hermosa que despertaba admiración por donde pasaba y ahora es un monstruo que inspira terror.

Pero la justicia iraní, que no es ciega aunque, tal vez, arcaica, condenó a Majad a sufrir el mismo castigo que él impuso, si bien en primera instancia la condena había sido la de dejarle solamente tuerto, pues según la tabla de valores islámica la mujer cotiza la mitad que el hombre.  Y Ameneh lamenta no poder ser ella la que eche las veinte gotas de ácido en cada uno de los ojos sanos de Majad, por lo que tuvo que buscar a alguien dispuesto a hacerlo. 

La medida resulta inaceptable en nuestra cultura occidental, pero en su tiempo fue considerada un avance, ya que se reputaba “proporcional” al delito cometido y “personal”, y por ello más justa que la venganza privada y otras penas que permitían tomar represalias contra cualquier otro familiar del delincuente, incluso matarlo, fuese cual fuese la afrenta sufrida. 

Ameneh espera, ahora, con impaciencia, el momento de reencontrarse con Majad en el reino de las tinieblas.

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