Opinión

El puente de los suicidas

Pues, dilecta leyente, la supongo informada de la resolución del Ayuntamiento de Baiona de colocar unas vallas en el puente desde el que se arrojaron en poco tiempo ya varias personas o estuvieron a punto de hacerlo, para “evitar más suicidios” o al menos no poniéndoselo fácil, evitando el efecto mimetismo y que el lugar se convierta en un referente para los que tengan la firme resolución de quitarse la vida, pues aunque lanzarse desde las alturas, contra lo que puede creerse, es algo inusual comparado con otros métodos, saltar desde un puente tiene un halo de especial dramatismo, pues lo usan los que están irrevocablemente determinados a morir, venciendo el nivel de indecisión o de posibilidad de rescate. 
Lo que ocurre, como usted sabe, es que tiene más repercusión mediática y tiende a producir el efecto contagio entre los que teniendo la idea de suicidarse aún no habían optado por el método, sobre todo si sabe que con otros ha funcionado. Por ello las autoridades suelen tender al hermetismo sobre este tipo de hechos. No es, por ello, que el puente induzca al suicidio, que es signo de unión y no de destrucción, sino que facilita el medio al que barrunta quitarse la vida. 
El suicidio de ustedes, cuando es a título individual, suele caracterizarse por una muerte en que resulte un cadáver de buena presencia (como el uso de pastillas y en cama), pues suelen conservar su instinto de coquetería hasta en estos últimos momentos. Por ello, resulta extremadamente raro que, al menos, las dos últimas que eligieron arrojarse del puente al asfalto hayan sido mujeres, con lo deteriorado que queda el cuerpo con el brutal impacto.
Como bien dice, dilecta, lo realmente importante es evitar las causas por las que un ser humano decide quitarse de en medio: “Solo teme a la muerte el que tiene algo por lo que vivir”. Claro que dependiendo de la causa, determinación y personalidad del suicida existen diferentes factores, como una enfermedad mental subyacente, la depresión (en las mujeres, normalmente por un desengaño amoroso), la vergüenza (por una situación que provoca burlas insoportables), incluso la venganza, una especie de corte de mangas a familiares, amigos y compañeros de de trabajo que considera no fueron solidarios con su problema, buscando que se sientan responsables, creándoles, con ello, mala conciencia.
        Lo más inaudito es que alguien quiera suicidarse en Baiona, villa turística y marinera, con sus playas, su clima de suaves temperaturas, donde la piedra de sus calles y edificios y el aroma salado del mar, su gastronomía,  así como el verde de sus campos y montes, consiguen convertirla en un lugar especial para el goce de los más exigentes.
 

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