Opinión

Delincuentes torpes, listos y cabrones

Pues mire, dilecta leyente, cuando a ciertas celebridades se les desprovee del aura, que alguien les ha colocado, resulta que son unos mediocres con un cerebro tan básico como el botijo. Claro que hay que distinguir entre una “prestigiosa” celebridad desposeída de su rango, y un “honorable” delincuente que ha perdido su “reputación”.
Gracias a que “hasta el mejor escribano echa un borrón” los investigadores policiales descubren a los delincuentes más escurridizos, porque voluntaria o involuntariamente dejan su sello, en forma de huella dactilar (el “carpanta”: le entran ganas de comer o beber y toca la nevera, vaso o un plato), documental (el “papelas”: alguno se ha dejado la cartera con todos sus datos o papeles comprometidos) o biológica (el “diarreico con vejiga floja”: defeca u orina, y no siempre en el wáter), en muchas ocasiones debido al estrés o agotamiento emocional. Otras veces hierran porque actúan bajo los efectos de las drogas, lo que por una parte les envalentona, pero por otra les resta facultades.
Lo que ya no es  tan corriente fue lo de aquel vigués, algunos lo recordarán, considerado el cabecilla de la banda del gas, con cuyo producto reventaban los cajeros de los bancos, que iba dejando su rastro por donde robaba, unas veces olvidando la sudadera empapada con su ADN, o las llaves del coche previsto para la huída, aparte de otros despistes más técnicos, como no prever que saltaría la alarma con la vibración del explosivo, etc. Claro que también los científicos cometen fallos y de bulto, baste como ejemplo, por todos, el de la NASA, que en septiembre de 1.999 estrelló una sonda contra Marte por un error de cálculo, pues unos tomaban las mediciones en kilómetros y otros en millas.
Luego están los “listos”, como aquel empresario de Ponteareas, émulo del difunto Ruiz Mateos, contra el que se siguió un proceso por estafa, que trataba de llamar la atención sobre su supuesta inocencia vistiéndose de Mickey Mouse o fingiendo su crucifixión a las puertas del Juzgado. Dentro de este grupo, a otro nivel, podríamos integrar al “delincuente aristocrático”, que se aprovecha de su relación con la Corona para sus chanchullos, entre ellos el célebre Urdangarín, que ahora disfruta de una especie de adelantado tercer grado, bajo la excusa de colaborar con una ONG.
Y después están los “cabrones””, el ejemplo típico es el Bárcenas, conocido en los círculos del PP como “Luis, el cabrón”, que continuó a “a lo suyo”, pidiendo al juez que le permitiera aumentar el dinero disponible de lo embargado, porque no le llegaba, al parecer, para irse de permiso a esquiar a Baqueira Beret, y que le permitiera quedarse  con los 720.000 euros del finiquito, considerado por los tribunales como  una ilegal “simulación de contrato”.
Como dicen que dijo el Quijote a su escudero: ¡“Cosas veredes, amigo Sancho, que farán fablar las piedras”!

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