Opinión

Delincuentes profesionales

Pues, amigo Taboada, no sé si estarás de acuerdo en que los delincuentes de hoy carecen de la profesionalidad de sus antecesores. Por ejemplo, recordarás que los carteristas de antaño te devolvían por correo la documentación, para no hacer más daño del que te suponía haberte afanado la guita.

Había escuelas para enseñar a los becarios mangutas la noble profesión de descuidero,  actuando con habilidad, precisión y de forma incruenta, introduciendo a los choris en el críptico lenguaje del caló, para poder comunicarse entre ellos, sin que las víctimas propiciatorias se enteraran de lo que se proponían. Ahora sólo los niños pijos hablan un lenguaje que el desaparecido Umbral denominó “cheli” y hasta publicó un diccionario del mismo.

Existían diferentes modalidades y cada uno se apuntaba a la que iba más con sus características personales. Lo mismo te chinaban en un pispás, con destreza, la fili de la buena o de la cula para que cayera la saña (te cortaban con una silet el bolsillo  interior o el culero, después de haberte parcheado la bimba), que utilizaban la muleta (un periódico para tapar la visión al lila), haciendo que lo leían, lo cual no era incompatible con la chinada. Otras veces la muleta eran los orondos pechos de la jamba, que desplegaba sobre la cara del panoli, entreteniéndolo mientras el tanga operaba. Su modus operandi consistía en correr el burro, pasando la cartera a otro (el “contra”) que parecía no tener nada que ver y que se bajaba en la siguiente parada con el botín. 

Cuando el julay se daba cuenta, los manguis se prestaban voluntariamente a ser cacheados y no pasaba nada, salvo que acudiera alguno de la secreta que, conociendo a los bandarras y su forma de trabajar, los empapelaba, proponiéndolos para la “gandula” (Ley de Vagos y Maleantes). Ahora, los sañeros te pondrían encima una querella por atentar contra su honor, asesorados por un notable despacho de alivios (abogados).

La actual falta de vocación explica lo que ocurrió no hace mucho en Vigo, un individuo de 47 años, con numerosos antecedentes, intentó atracar con arma blanca tres establecimientos, teniendo que darse de najas sin conseguir nada. En el primer local tuvo que huir porque la víctima comenzó a gritar y otras compañeras llegaron en su auxilio. En el segundo, la amenazada aprovechando la entrada de un cliente, le pegó un empujón y lo obligó a huir. En la tercera, la empleada, consiguió interponer una silla entre ellos y así pudo salir a la calle a pedir auxilio.

Y es que no hay que olvidar que hoy las chicas son guerreras. 

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