Opinión

Corrupción en el ADN

Pues, dilecta leyente, con la que está cayendo y nosotros sin un mísero paraguas que nos proteja de ese tsunami de sinvergüenzas que asolan estas tierras que antes fueron del Cid Campeador y Agustina de Aragón y hoy han caído en manos de trileros y embaucadores varios.

Pero tampoco se asombre tanto, porque la figura del pícaro es consustancial a la historia de este país, donde desde el humilde aldeano al arrogante aristócrata, cada uno desde su posición, no piensa sino en aprovecharse del prójimo. Hasta tal punto tenemos inserta la idea en nuestra conciencia que, para representar la figura del idealismo, hemos recurrido a un personaje imaginario y loco como nuestro insigne Don Quijote.

Esto de la corrupción parece inherente al carácter latino, incluso hay quien sostiene que la llevamos en nuestro ADN, y que, desgraciadamente para ellos, hemos exportado al continente hispanoamericano, bajo el adagio: “Al amigo el culo, al enemigo por el culo y al indiferente la legislación vigente”. 

Tal vez se podría distinguir un estilo gallego, representado por el célebre Naseiro, ex tesorero del PP, cuando al ser acusado, preguntaba (“facéndose o parvo”), “¿E que é iso das dádivas?”. O el conocido “paisanismo gasolinero”, representado por el ex ministro “sociolisto” Pepiño Blanco, en el caso “Campeón”. O el jaranero estilo “progresista” andaluz, gastándose el dinero de los parados en farlopa y chavalas. Quizá influya que la “menestra” socialista, hoy vicepresidenta, Sra. Calvo, lanzara aquella invitación a la lujuria: “El dinero público no es de nadie”. 

Por otra parte, desde que otro ilustre socialista, Carlos Solchaga, soltara aquello de que éste era un país en dónde era más fácil hacerse rico y en menos tiempo, todos gastamos por encima de nuestras posibilidades y los créditos y deudas fluyeron sin cesar, creciendo de manera exponencial, hasta que llegó la crisis. Ahora tenemos desahucios a tutiplén, empresas cerradas, ayuntamientos en quiebra, etc., y  también tenemos los timos piramidales y las preferentes. Sólo algunos, como el millonetis Pablo Iglesias, alias “Vladimir”, confirman la máxima  solchaguista.

Luego están los estilos “O por el fuero o por el huevo”, más propio de la mafia, y no sólo italiana; el clásico: Pasta o plomo. En que primero se intenta corromper políticamente de buenas maneras y, si no, se recurre a la violencia, con algaradas, amenazas, escraches, etc., o, de forma más sutil, a la vil difamación. También está el estilo degenerativo colectivo, a lo argentino: “Honrado o ladrón, queremos a Perón”, de las sociedades sodomizadas por el amado líder, que les insufla doctrina bolchevique por vía rectal, que es lo que viene a promover para aquí  la podemita Beatriz Gimeno, directora del Instituto de la Mujer. 

Y, ante esta escatológica decisión política de desflorar machos hispanos, profanando sus virginales anos, sería aconsejable apretar fuerte los esfínteres para no ser deshonrados por la perversa ministra podemita, mientras se entona con ardor el celebérrimo poema: ¡”Oigo, patria, tu aflicción…”!  

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