Opinión

Coexistencia pacífica con restricciones

Pues si, dilecta leyente, se han conocido casos de buena relación entre animales tradicionalmente enemigos, que venciendo su instinto natural han sabido vivir en armonía, para asombro del ser humano que, habitualmente, se inventa muros de contención en vez de puentes de encuentro.
El último caso conocido es el de un tigre y una cabra, que sin demostrarse amistad, se respetan mutuamente. Esto ocurrió en el Safari Park de Rusia, en donde los empleados habían decidido introducir a la cabra como presa del tigre. El animal salvaje prefirió ayunar y convivir con su nueva y pacífica compañera, que no consta que fuera la mascota de la Legión, en relación de buena vecindad. Y uno se pregunta si no sería posible llegar a pactos entre partidos que hagan posible la gobernabilidad de este país, siguiendo el ejemplo del félido y la chiva.
Esta especie de félido se caracteriza por ser un depredador oportunista (no duda en atacar al ganado doméstico) y carnívoro, que no excluye de su dieta al hombre. Es muy veloz, su visión nocturna es muy aguda y la función de las rayas es facilitar el camuflaje, por lo que resulta un excelente cazador, y aunque el león pasa por ser el rey de la selva, porque anda en manada, en el cuerpo a cuerpo le gana el tigre, que, además es un animal ferozmente territorial que marca su territorio rociando con orina y otras secreciones los árboles. 
Existen diversas subespecies que se diferencian por su tamaño, pelaje y número de rayas, diferenciándose en este caso por la forma y cantidad de las mismas, pero se les puede también identificar  individualmente, pues el patrón de rayas es único en cada ejemplar; siendo su problema la endogamia. Dado que no dejan de constituir un riesgo, y puesto que están en peligro de extinción, para protegerlos y protegerse hay que hospedarlos en zoos con amplios espacios, donde sigan rugiendo, pero entre rejas. Y eso es también coexistencia pacífica, sólo que con el hombre, es decir, con restricciones. Lo de los safaris, en donde viven en semilibertad, supone que eres tú el que se encierra para observarlos con cierta seguridad; y eso es cambiar los papeles.  
Y, luego están los “tigres tamiles”, éstos de dos patas, una organización separatista que basaba su lucha por la independencia de una parte del territorio de Sri Lanka en la supuesta discriminación que sufrían del poder central. Poco a poco fueron eliminando a todos sus rivales moderados y extendieron el caos por toda  la isla, capitaneados por un tal Janatha Vimukthi Peramuna. La lucha duró desde 1.983  hasta 2.009 en que el nuevo presidente del país, Mahinda Rajapaska, hombre resolutivo, consiguió domar a los temibles “félidos”” y encerrar a Peramuna, que parece apellido catalán. 
En fin, no trate de buscar, dilecta, en estas letras otra cosa que un inocente comentario sobre la posibilidad de la coexistencia pacífica entre los individuos, cuando se tiene el arte de saber quitar su instinto transgresor al  bruto animal.

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