Opinión

Atracción por algunos asesinos

Pues, dilecta leyente, resulta sorprendente como crueles asesinos reciben en prisión sacas de cartas de amor y propuestas de matrimonio, incluso invitaciones para participar en programas de televisión, etc. Una de esas insólitas ofertas la recibió Jeremy Meeks, para ser modelo. De poco vale que haya cometido brutales crímenes, lo que, al parecer, para algunas cuenta, es que es un tipo físicamente atractivo, hasta el extremo de ser considerado el criminal más guapo del mundo.

Y es que alguna gente sigue identificando al  tipo sanguinario con el atávico de Lombroso, quizás por una equívoca interpretación de aquello de que la cara es el espejo del alma. Por ello los sicópatas, dada su capacidad para engañar y ganarse la confianza de sus víctimas, encuentran tanta facilidad para cometer sus fechorías. Ahí tenemos el ejemplo de José Antonio Rodríguez Vega, “El Mataviejas”.

Ha habido asesinos carismáticos, incluso con apariencia angelical, como Rafi Escobedo (el asesino de sus suegros) o José Rabadán (el asesinos de sus padres y su hermana). Ancianitas con aspecto de benefactoras, como Dorothea Puente (asesina de ancianos a los que fingía acoger), o Yiya Murano (envenenadora de familiares y amigas). Otros con un alto coeficiente intelectual, como Javier Rosado Calvo (el asesino del juego del rol) y, en Vigo, José Ángel Martins Mendoza, “El peque”, que a los 14 años comenzó a cometer atracos a bancos a mano armada, dejando regueros de sangre a su paso. El repaso de la biografía de estos asesinos rompería muchos de los estereotipos con los que, a veces, los asociamos. Y es que no todos han tenido una infancia atormentada ni llena de penuria.

Esta insólita atracción por los asesinos que sienten algunas mujeres, merece la realización de un  pequeño estudio sobre lo que podrían ser los factores influyentes, que cabría resumir:

El morbo por el peligro que entrañan los chicos malos, que las hace sentir identificadas con su rebeldía de niñas pijas. Riesgo que, al mismo tiempo que excitante, consideran controlado al tener al andoba encerrado, lo que les permite vivir fantasías sexuales con las rejas de por medio. La atracción por las “celebridades” (estos tipos ocupan todos los espacios informativos) y la posibilidad de compartir con ellos, aunque sea efímeramente, su inicua fama, saliendo así de una vida considerada aburrida, como resignación a no poder conseguirlo con una estrella de cine o deportiva, pero que tiene la ventaja de ser más apasionante. 

Se consideran ángeles redentores, bien con vocación de rehabilitarlos o por considerarles inocentes y víctimas de una injusticia social. Pueden caer en la trampa de ser utilizadas emocional y económicamente, incluso para que les ayuden en sus planes de fuga.

Falta de autoestima. Por ello consideran que no se merecen nada mejor que un rechazado social, a cuyo bandarra se consideran unidas por la soledad, y ante la posibilidad de controlar por primera vez una relación que él  precisa más que ella, además de poseerlo en exclusiva.

Fascinación por el hombre dominante. Las mujeres víctimas de violencia doméstica, tal vez acostumbradas a la sumisión, en la equivocada búsqueda de protección y abrigo, confunden al hombre vil con el viril estando así condenadas a repetir su dolor.
Confusión entre zoología (estudio del animal en cautividad) y etología (estudio del animal en su hábitat natural). Y así suele ocurrir que el asesino serial en libertad deja de ser un peligro potencial para ser un peligro real, principalmente para su protectora, que ahora se ha podido convertir en un estorbo.

Lo malo es que también existen políticos carismáticos, como demuestra la Historia, que terminaron siendo más peligrosos que Belcebú para sus conciudadanos. Otros, lo comprobaremos más pronto que tarde, pero ya comienza a oler a azufre.

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