Opinión

El pueblo no es sabio

Pues, dilecta leyente, mientras en el resto de Europa se preparan para una gran recesión, el manirroto de nuestro “Pedro Picapiedra” se dedica a gastar pasta como si fuera el sultán de Brunei. Al objeto de que no terminemos siendo intervenidos como lo fueron los griegos, que pasaron de la opulencia a la cuasi indigencia, alguien debería pensar en demandarlo por Prodigalidad, pues con la ayuda del “Coletas” esto puede terminar siendo una Venezuela, que es el paraíso soñado de “Pablo Mármol”.
Todo parece indicar que, contra todo raciocinio, el “felón” va a ganar las elecciones, eso sí, sin mayoría absoluta, por lo que, él no lo niega, volverá a pactar con los golpistas. Y si antes, lastrado con 83 Diputados y en la cuerda floja, con total dependencia de independentistas y exterroristas, y con el encrespamiento de sus “varones”, ya había comenzado, con la admisión del Relator internacional (que pondría en las “negociaciones” al mismo nivel al Gobierno de España y a la Comunidad autonómica de Cataluña, pasándose por el forro la soberanía nacional), habría comenzado a cumplir el primero de los 21 puntos impuestos por Torra para la independencia Ahora, con el respaldo de las urnas y llevado de su megalomanía, lo que puede llegar a hacer “el Picapiedra” es impredecible.
Mientras, para satisfacción de las abyectas hordas de la rojería, nos distraerá con la exhumación de Franco. Tal es su egocentrismo que parece emular al tarambana  de Trump cuando dijo aquello de que “aunque me pusiera a disparar a la gente desde la Quinta Avenida no perdería votantes”. Quizá ello explique que le espetara a la familia de Franco que fueran eligiendo lugar de enterramiento, porque él iba a seguir y seguir, como las pilas del  conejito de Duraceli: “duran y duran”.
Pero el “felón” ha encontrado una solución para el gravísimo problema de las pensiones: la Eutanasia, que junto con el retraso de la edad de jubilación, contribuiría a limpiar de “parásitos” (como sabe, dilecta, yo soy un “jubileta”) el panorama económico. Y es que “el Picapiedra” solo piensa en la “felicidad” de los españoles. Otro de sus proyectos estrella es el de la Memoria Histórica, que en gran parte ya se está escribiendo en Roma con la canonización de millares de mártires asesinados por la “manía” de la izquierda a los católicos, durante la guerra civil.
Este Pedro Picapiedra es más falso que la existencia del personaje del comic, más falso que su tesis doctoral y vendería  su colección de “Game of Thrones” por seguir en la Moncloa con su súper colchón, que debe ser su fuente de información, cual parlante “mula Francis” y su Falcon, donde evadirse entre nubes de algodón; y allí podría hacer su nido, olvidándose de nosotros, sufridos españolistas.

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