Opinión

Hoy puede ser un gran día

Estoy impaciente por contemplar el tercer abrazo. Me refiero, claro está, al abrazo entre Sánchez e Iglesias. El primero, tras firmar el pacto de coalición, fue más apasionado por parte de Iglesias, que acariciaba la espalda de Sánchez con enorme ternura, mientras que a Pedro se le notaba un poco incómodo de mostrar las emociones en público. Se advertía ese pudor que nunca aflora cuando miente, y es que cada cual tiene seguridad en unos asuntos e inseguridad en otros.

El segundo abrazo fue más apasionado por parte de Pedro, que salió de su escaño, anduvo a grandes y entusiasmadas zancadas hacia el que ocupaba Pablo, y ya no le dio ningún rubor mostrar sus emociones de cariño. En ese paseo expectante, casi eché en falta que en el Congreso de Diputados no hubiera música de fondo, y recordé la romántica banda sonora de 'Un hombre y una mujer', que acompañaba a aquél encuentro inolvidable entre Jean Louis Trintignant y Anouk Aimé. Hoy puede ser un gran día, y le pido disculpas a Raphael, pero es que también va a resultar inolvidable el tercer abrazo. Esperemos que Errejón se haya curado de la gripe, que Teruel Existe ayude al parto asistido por secesionistas, y que se consume ese proyecto de progreso que va a subir el sueldo a los médicos, a los funcionarios, a los pensionistas, a los trabajadores y, encima, va a disminuir el déficit, ni el mago Merlín sería capaz de tanto. Y, entonces, es posible que tras el recuento sea Pablo el que abandone su escaño y, con paso firme, sin demasiada rapidez al objeto de que la cola de caballo no se agite como la de un caballo municipal y, con los brazos abiertos, invite a Pedro a fundirse, mientras la derecha y la extrema derecha se pongan melancólicos, y la izquierda, la extrema izquierda comunista y los secesionistas, puestos en pie aplaudiendo con fervor, sean testigos del gran día. Casi se me humedecerían los ojos de no sospechar que todo es mentira.

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