Quedamos en nuestra historia anterior en que al público le pareció misteriosa aquella muerte tan rara de don Casto.
Sobre todo porque el parte facultativo atribuía el funesto desenlace a resultas de las heridas de la batalla del Callao. Pero es que éstas después de curadas jamás hicieron sufrir de ellas a Méndez Núñez.
La familia quería enterrar al héroe modestamente, pero el Gobierno dispuso lo contrario y hubo que embalsamar el cadáver.
El embalsamador, doctor Gobián, observó con asombro que la sangre estaba descompuesta y propuso a la familia una autopsia, por si se confirmaba su sospecha: y la noticia cundió: 'El almirante ha sido envenenado', se decía a gritos y en voz baja.
El hermano mayor de la familia recibió muchas peticiones para efectuar la autopsia. Y llegó un momento en que estuvo decidido.
Pero al final la familia se negó en absoluto:
-Preferimos dudarlo a saberlo-, dijeron. Y quedó terminado el asunto.
Sin embargo, ¿quién podría tener interés en envenenar a don Casto Méndez Núñez?
Se habló 'por lo bajinis' de los americanos (USA), que querían vengarse
de las derrotas que les había causado don Casto en los bombardeos del Callao y de Valparaíso.
Se habló, también, de rastreras envidias; igualmente se habló de las Logias, masónicas (más USA), que lo odiaban y se habló, en fin, de personajes de gran categoría política a quienes hacia sombra.
Se contó después, bajito pero muy alto en volumen de ciertos personajes y se encontró algo posible ligando acciones y episodios con posibilidades de haberse podido montar una acción de este tipo con personas y episodios auténticos y recordados. Y de acción posible e inmediata.
Según esto don Casto fumó gustosamente un cigarro puro que causó los males que llevaron lentamente a nuestro héroe
La familia pese a todo se negó a la autopsia..
En fin; el cadáver de don Casto Méndez Núñez se depositó en el Cementerio de Moaña, hasta su traslado al Panteón de Marinos Ilustres.