Opinión

Los perros de buena conducta

Conste que no soy el mismo que se detiene hoy aquí para hablar, ver, acariciar, huir, etc., (elija usted su fiesta) de los animales caseros, entre los cuales yo -y solamente yo-, sitúo o sea, tengo elegido a algunos acariciándoles las lamas para saludarlos y a veces tocarles siempre que sean pequeños, poco ladradores y poco sobones, porque… (supongo que se habrán dado cuenta ya de que hablo de mis amigos, aunque sean pocos, ¡los perros…!, uf….

Lo que pasa es que el amor perruno –hacia los perros-, es muy grato cuando ellos son gratos pero no quiere decir esto que de vez en cuando no molesten y uno no sienta ganas de lo mismo aunque no lo parezca. (Sin caer en crueldades.)

Y todo este rollo patatero –que dice un amigo mío, que tiene perro-, viene a cuento porque hoy mismo el tal foxterrier blanco dejó sus piernas –los pantalones del dueño- como las nieves del Himalaya a costa de sobones al amigo.

Otro canófilo, doliente menor, pues no lo sembraron de pelos perrunos, me diijo:

-Pobrecillo… Es que lo quiere mucho, ¡Y lo ve tan guapo con ese esmoquing!

-Pero le ha puesto las piernas …

-Eso no es nada, al llegar a casa o al hotel donde coman ya ni se acuerdan… ¡Ni los curiosos!

-Y una boda si algún detalle falla, ¿qué? ¿Nada?

-En fin… Que que al día siguiente esta historia chica con la cual Albanio protestó algo y al final nos prometió llevar una receta casera que tenía desde tiempos de sus bisabuelos por si un día un perro caniche o de cualquier raza molestaba, limpiar en el acto para que los impoljutos supieran de que iba eso del “impo”.

(¿Señoras y señores? ¿NO pueden ustedes llevar un plumero para quitar pelos del lomo del pantalón o juna botellita pata que el líquido de los orines del lerro no manche las esquinas de las calles?

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