Conste que no soy el mismo que se detiene hoy aquí para hablar, ver, acariciar, huir, etc., (elija usted su fiesta) de los animales caseros, entre los cuales yo -y solamente yo-, sitúo o sea, tengo elegido a algunos acariciándoles las lamas para saludarlos y a veces tocarles siempre que sean pequeños, poco ladradores y poco sobones, porque
(supongo que se habrán dado cuenta ya de que hablo de mis amigos, aunque sean pocos, ¡los perros
!, uf
.
Lo que pasa es que el amor perruno hacia los perros-, es muy grato cuando ellos son gratos pero no quiere decir esto que de vez en cuando no molesten y uno no sienta ganas de lo mismo aunque no lo parezca. (Sin caer en crueldades.)
Y todo este rollo patatero que dice un amigo mío, que tiene perro-, viene a cuento porque hoy mismo el tal foxterrier blanco dejó sus piernas los pantalones del dueño- como las nieves del Himalaya a costa de sobones al amigo.
Otro canófilo, doliente menor, pues no lo sembraron de pelos perrunos, me diijo:
-Pobrecillo
Es que lo quiere mucho, ¡Y lo ve tan guapo con ese esmoquing!
-Pero le ha puesto las piernas
-Eso no es nada, al llegar a casa o al hotel donde coman ya ni se acuerdan
¡Ni los curiosos!
-Y una boda si algún detalle falla, ¿qué? ¿Nada?
-En fin
Que que al día siguiente esta historia chica con la cual Albanio protestó algo y al final nos prometió llevar una receta casera que tenía desde tiempos de sus bisabuelos por si un día un perro caniche o de cualquier raza molestaba, limpiar en el acto para que los impoljutos supieran de que iba eso del impo.
(¿Señoras y señores? ¿NO pueden ustedes llevar un plumero para quitar pelos del lomo del pantalón o juna botellita pata que el líquido de los orines del lerro no manche las esquinas de las calles?