Opinión

VOX y su proeza

Cuando palmó Felipe II el monarca que había encarado al turco, encarnado la fe y controlado con mano prudente un imperio en permanente jet lag, Cervantes se cachondeó del grotesco catafalco erigido en la catedral de Sevilla para conmemorar su deceso. “Apostaré que el ánima del muerto, por gozar de este sitio, hoy ha dejado la gloria”. Era el final de una era. Eran las pomposas exequias de una nación sin ocaso que empezaba a resquebrajarse y entraba en bancarrota. “Esto oyó un valentón y dijo: “Es cierto cuanto dice voacé, señor soldado, y el que dijere lo contrario miente”.  
Cuando vi hace unas semanas cómo sacaban a hombros al grito de ¡Viva España! la momia del Generalísimo y lo exhibían urbi et orbi, de punta a punta del cielo, a lomos de un Superpuma del Ejército del Aire, pensé todo lo contrario. España volverá a ser magna, pensé; pensé en el Cid, ganando batallas después de muerto; pensé en la grande, libre y una. Y claro, pensé que estaba soñando: ¿estábamos todos locos?, ¿se podía ser más estrafalario? Sí, se puede, por abstruso que se nos antoje.
Los apóstoles de la demagogia, Pedro y Pablo, acaban de hacer un Judas sellando con un beso su traición a todo cuanto habían predicado. Ni programa, ni promesas, ni principios: achuchón de malquerencias, coalición de antipatías, cónclave de ministrables, reparto de canonjías. Populismo es a pueblo, lo que cinismo es a cine.  En cuanto a VOX, voto a Dios que me espanta su proeza: Cincuenta y dos Señorías; tres millones seiscientos cuarenta mil misóginos, homófobos, machistas, xenófobos, racistas, fascistas, genios del mal y gentes de mal follar. Solo por esto Abascal ya merece un reconocimiento. España es un atajo de canallas y VOX los ha puesto blanco sobre voto. 
 Con media docena de escaños y trescientos setenta y siete mil gudaris el PNV ya habla de poner puertas al campo: quiere tender un cordón sanitario (se lo pondrían al cuello si pudieran) en torno a los de VOX. Cada euskaldún cotizará por diez iberos: así anda el mercado del chantaje para formar Gobierno. Si a estos le sumamos los dos millones de separatistas, independentistas, apátridas, liberticidas y las diecisiete cleptocracias autonómicas, puede que Teruel exista, pero España está a un tris de “portae inferí”, donde el mal prevalecerá “adversum ea”.   
Cuando escucho a Sánchez mentir, a Casado reñir, a Rivera aducir, a Iglesias fingir asaltar el cielo para sublevar a la peña; cuando constato la arrogancia y las palabras vacuas de estos hombres huecos, sé que al final no dejarán ninguna huella: mirarán al soslayo, se calarán el chapeo y no habrá nada. Eso sí, levantarán un catafalco billonario de deuda externa, que hará minúscula la mismísima catedral de Sevilla. 

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