Opinión

Veremos

Lo escuché en el diálogo de una película, creo que fue en “El irlandés”: “we’ll see” (veremos). Era la ambigua respuesta a una palmaria amenaza de la mafia. Entonces medité sobre la conveniencia de no perder la calma, de saber tomar distancia, de mantener la cabeza fría antes de decidir lo que es bueno y lo que no. Lo que sucede es lo mejor, lo digo siempre. 

¿Qué hubiese sido de mi vida de no haberme corneado aquella novia; de haber aprobado aquella oposición; de no haber sido rechazado en aquella compañía aérea?; ¿qué de no haber podido volar a mi albedrío o de haber transportado aquella carga suspendida, que parecía un trabajo sencillo, y que dejó al piloto del helicóptero en silla de ruedas? 

Os cuento una historia de Bernie S. Siegel. Más o menos fidedigna, dice así: 

Un agricultor tenía una granja. Como prefería hacer las cosas a la antigua, no poseía ningún apero motorizado y usaba un caballo para arar el campo. Un día, mientras estaba arando, el caballo se desplomó. Muerto. En el pueblo todos lo compadecieron. 

-¡Oh, qué terrible que te haya sucedido esto!- le dijeron.

Él se limitó a contestar:

-Veremos.

Estaba tranquilo y en paz; los vecinos admiraban tanto su actitud que se pusieron de acuerdo y le regalaron otro caballo. Entonces la reacción general fue exclamar:

-¡Qué hombre con suerte!

Y él dijo:

-Veremos.

Unos días después el caballo, que no conocía la granja, saltó la cerca y escapó. Todos exclamaron:

-¡Oh, pobre hombre!

-Veremos- dijo otra vez el granjero.

Y lo mismo repitió una semana después, cuando el equino regresó seguido de una docena de potros sin domar.

Resulta que su hijo salió a trotar por la pradera en uno de esos potros, se cayó y se rompió una pierna.

-¡Pobre muchacho!- se compadecieron los vecinos. 
Y el granjero dijo:

-Veremos.

Poco tiempo después llegó al pueblo el ejército para reclutar a todos los jóvenes en edad de prestar el servicio militar, pero a su hijo lo dejaron porque tenía la pierna rota.

-¡Vaya chico con suerte! –comentaron los vecinos.

El padre, como siempre, dijo:

-Veremos…

Queridos lectores, os habla el aviador: en la terminal de mi vida hay ajetreo. Aventados por la metástasis, los tumores vuelven a resplandecer como ascuas en la pantalla de mi último TAC. Sé que de un momento a otro tocará preparar el gran vuelo. La pista está cuajada de balizas indicadoras. Me queda todo lo que falta, ni un día más; tampoco un segundo menos. En mi mañana abunda todavía mucho ayer para contaros, para indignaros, para aburriros; but i´m ready for takeoff. El presente es mi única premura. Puede que la carrera de despegue sea corta. O no. 

Veremos. 

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