Opinión

Un trozo de vida

El sol se ahogó sangrante en el Atlántico, la luna degolló la noche nada más salir de ronda, el cielo se vistió de novia y las calles se apretujaron silenciosas para compensar tanto desafecto. Salí del bar mañaneando, arrebujado en una nostalgia jubilosa. El frío cordial, casi veraniego. La embriaguez lúcida. El orgullo elegíaco. La verdad asaetada de falacias: habíamos estado hablando de política. 
Ayer me sentía un poco monigote. Pero ayer también me reconfortó el cuento que hoy os cuento:
 

“Si por un instante alguien se olvidara de que soy una marioneta de trapo, y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero pensaría todo lo que digo.

“Daría valor a las cosas no por lo que valen, sino por lo que significan.

“Dormiría poco y soñaría más; entendiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.

 “Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen, escucharía mientras los demás hablan, y cómo disfrutaría un buen helado de chocolate con vainilla.

 “Si alguien me obsequiara un trozo de vida, vestiría con sencillez y me tiraría de bruces al sol, dejando al descubierto no sólo mi piel sino también mi alma. Y si tuviera un corazón, ay, escribiría mi odio sobre el hielo y esperaría que saliera el sol. 

“Ay, si tuviera un trozo de vida. No dejaría pasar un solo día sin decir a la gente que quiero, que la quiero. Viviría enamorado del amor.

“A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.

“A los niños les daría alas, pero dejaría que aprendiesen a volar solos.

 “A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino con el olvido.
 

“Tantas cosas he aprendido de los hombres: He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir. He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar hacia abajo a otro hombre cuando trata de ayudarlo a levantarse. He aprendido que todo esto, ay, no me servirá de nada cuando me guarden dentro de una caja como a las demás marionetas, porque estaré muriendo.”

Más o menos fidedigno esto no lo escribió García Márquez, como algunos dicen; esto lo puso en boca de una marioneta de trapo un ventrílocuo mexicano. Yo ayer lo hice mío porque me venía al pelo. Hoy os lo paso. ¡Vivid! El mejor momento de la vida es cualquier momento en que uno tenga todavía la fortuna de seguir viviendo. A los políticos, ahítos de viveza y no exentos de artificio, que los parta un rayo.   

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