Opinión

Rostro pálido

Comer muchos huevos jode el hígado. Uno se pone pálido, eructa azufre como las aguas de “O Tinteiro”. Hágaselo mirar señor Marlaska, el azufre digo. Puede estar contaminado. Suele pasarle a los que conspiran en el infierno. 

Hay que tener mucho cuajo, y mucha mala ostia, para fulminar a un subordinado por cumplir con su deber; hay que ser muy diabólico, siendo juez, para condenar a quien cumple con la Ley. ¿Se acuerda usted de Chávez? “Aquí huele a azufre”, decía persignándose en el atril de la ONU, donde el día anterior había hablado Bush. Pues usted hiede a fosa séptica. Está podrido.  

Usted señor Grande-Marlaska (lo de señor le queda grande, como inapropiado el apellido) no puede llamarse juez, porque lleva la toga embarrada de venganza. Usted es un miserable. Usted, ni en la peor acepción de la palabra, es un político. Usted es un ángel caído. Usted es el propio Lucifer.

Cuando destituye al coronel de la Guardia Civil, Pérez de los Cobos, por entregar un informe a la jueza que investiga la tragedia provocada por la Covid 19, con la colaboración innecesaria y la anuencia del contubernio gubernamental del que forma parte, usted no prevarica, usted se retrata: Usted es la muerte hecha ministro del Interior.

Sus trajes fúnebres, su gesto de lameculos (con ánimo de ofender), su rostro pálido ya le confieren pinta de enterrador. Siempre merodeando en pos de la oportunidad entre las fosas del poder, ahora se sabe, por boca del periodista de El Confidencial Graciano Palomo, que ya le había pedido a Mariano Rajoy ser ministro, o Defensor del Pueblo, o Fiscal General del Estado. Menudo pájaro es usted. Menudo buitre carroñero.

A quien le nombró, Sánchez el sicópata, ya le retrata lo que piensa de la separación de poderes: “¿De quién depende la Fiscalía? Pues eso”; y a usted, pequeño picapleitos picaflor, sólo le gustan los militares como José Manuel Santiago, que manifiestan trabajar “para minimizar el clima contrario a la gestión del Gobierno”.

Quien no te conozca que te compre, suele decirse. Y a usted, como dijo Rosa Díez: “Es como si lo hubiésemos comprado en el chino”. Es la muestra perfecta de un mal gobierno, pero una mala copia de un magistrado. 

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