Opinión

Primero vivir, después filosofar

Trajano, Rodrigo Díaz de Vivar, Blas de Lezo, Daoiz y Velarde, Churruca, Gravina, Alcalá-Galiano, Agustina de Aragón, María Pita… Y a mí me va a tocar compartir tiempos y patria con Pedro y con Pablo, los apóstoles de la vergüenza.

Testigo de abyectas componendas, reo de un gobierno hilvanado con patrañas, víctima de una pandemia de autoritarismo no puedo sino maldecir a los artífices de este avatar surrealista. El Estado son ellos: Sánchez, Iglesias, Montero, Illa, Marlasca…; y también las instituciones: Presidencia, Vicepresidencia, Igualdad, Sanidad, Interior... Vacuidad con patas. Soflama sin cabeza. Urdimbre de perversión hecha real decreto. ¿Qué tiene el poder que adocena a los mediocres y ocasiona tanta adicción patológica? ¿Cuál es su erótica, cómo sus orgasmos, cuál su mecanismo afrodisíaco? ¿Deshojar periodistas?, ¿arrodillar generales?, ¿fidelizar jueces?, ¿sobornar catedráticos? La ambición de un sicópata, los delirios de un sátrapa, la felonía de unos mercenarios que se consideran a sí mismo gudaris de otros ejércitos pueden llevarnos al abismo.

Sánchez, dispuesto a vender (no tiene alma) España con tal de mandar en lo que quede, formó gobierno con quienes le impiden gobernar. Ungido por el caos, el efecto mariposa que generó con su moción de censura provocó un tsunami de concomitancias imposibles. Tras las elecciones generales este adalid de la incerteza se rodeó de una cohorte de cretinos, lambeculos y conspiradores que enseguida se convirtieron en yonquis del poder. Y aquí estamos. Esperando el naufragio. El covid-19 es el pretexto ideal para generar la tormenta perfecta.

Los “peperetes”, lo digo con tanta acritud que me pican hasta los empastes, ni lavaron ni prestaron el pilón para blanquear su pasado de corrupción; no facilitaron un gobierno “como dios manda”, ellos que son tan fans de la divina providencia, para cortar de raíz los extremos diestros y siniestros; y en cuanto al mastuerzo de los wiskis, Marianico el corto, el que precisaba de un tutor hasta para respirar y al que dejaron irse de rositas como un duendecillo travieso, ni un ejército de jenízaros, Francis Drake, Abderramán III, Fernando VII, todos a la vez, hubiesen causado tanto descalabro a la Nación.

Y aquí estamos, repito. En punto muerto. Enterrando ancianos y esperando capear un temporal que nos ahogará con sus recortes cuando Europa nos rescate. Ojalá que sea pronto. Porque de Venezuela, o de Cuba sólo nos llegará el consabido “¡socialismo o muerte!”, valga la redundancia. No habrá Pensiones sostenidas, ni Sanidad universal, ni Educación gratuita para vagos. Tampoco habrá fondos a gasto perdido para cineastas con un único guion: “dame algo”, ni para saltimbanquis de semáforo, ni para culturetas todo a cien. “Primun vivere deinde philosophari”; primero vivir, después filosofar. Y el que no arrime el hombro que no coma. No habrá tutorías para masturbarse, chocho charlas de aproximación al punto G, ni empoderamiento vaginal que valga. El feminismo puede que siga campando por sus tamborradas, sus borracheras y sus tetas al aire, lo que está claro es que no veremos nunca a esas mujeres, tan empoderadas ellas, echar una mano para repartir alimentos, airear viviendas, cuidar niños o pasear ancianos. 

No soy yo mucho de creencias en iglesias, en dioses redentores, ni en pajaritos preñados. Pero nadie podrá negar lo que hace Cáritas. Sí, sí, Cáritas Diocesana, la de la Conferencia Episcopal, la de los empobrecidos de la tierra, mal que le pese al rojerío, a la progresía de guardia y a las géneras. No sé si habrá pan para todos. Lo que está claro es que comer coños no basta.  

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