Opinión

De mujer a mujer

Sor ministra de Igualdad:

¿Cómo te enseñó tu madre que debe ser una mujer? ¿Y tu padre? ¿Porque tú tuviste padre verdad? No eres de origen espurio (espurio viene del griego y significa semen), no eres clasificable como S. P. (no, no, nada que ver con “servicio público”), quiero decir “Sine Pater”. No hiperventiles sor Irene, preguntar no es ofender. 

Te tuteo, tú llamas a todas las mujeres “compañera hermana”, y te pregunto que cómo te enseñaron en tu casa que debe ser una mujer porque quisiera descubrir en tu infancia la causa de tus complejos y, como hacen las (buenas) psicólogas, tomar debida nota para enseñar a mis hijas lo contrario: Les quiero enseñar a pensar con originalidad sin copiar lo malo de los hombres, a huir de adoctrinamientos de pancarta, a llegar a casa sobrias, a valerse por sí mismas, a proyectar una imagen positiva de su feminidad desdeñando las mérito-cuotas y repudiando el rol de víctimas, a no ser patrimonio de unas siglas por muy inclusivas que parezcan, a valorar a su padre (del que ya estoy divorciada) y a su hermano (que naciera varón, fue un azar maravilloso) sin encasillarse en estereotipos de género, en prejuicios de clase y en ideologías de chichinabo. Y, por encima de todo, a procurarse un modus vivendi que no las haga, como a ti, esclavas de sus falacias.

Sor (hermana, por si no lo pillas), tu sororidad es impostada. Estás hecha de frases hechas, de vulgaridad gregaria, de fulanismo arrabalero. Eres un pendrive de rencor conectado a una garganta. Largas y largas  como una cotorra así te hayan preguntado sólo el nombre de tus gemelitos o el de tu avispita reina. Primero sueltas tu resentimiento ad hominen, luego disparas tu vehemencia feminazi y si algo sale mal corres a esconderte tras los cuernos de tu mamarracho alfa.    

Ya eres todo aquello que reprobabas; el epítome de la casta; tienes chalet, chófer, chacha y guarda espaldas; eres dura con la servidumbre; estás a partir un piñón con la monarquía y a años luz de “la gente” a la que engañas. Sólo te falta el piano de cola, el ataque de histeria y algún que otro desvanecimiento que requiera (en tu morro de tapir) sales de amoníaco para ser una auténtica marquesa.

La calidad humana está vinculada al jaez de la persona no al cariz de su entrepierna. Eres un mal ejemplo para el empoderamiento de mis hijas: usaste un código compartido con un azotador de nalgas machirulo para alzar el vuelo, tu pareja fue tu valedor profesional, tu militancia política ha sido tu único mérito curricular y el feminismo es tu mejor negocio. Born to suck.  

Post data: Esta carta me la inspiró una mujer que no “compañera hermana” que la crea, macho alfa que la escuche, ni dios bendito que la calle.  

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