Opinión

En la diana

Hoy debería de escribir sobre Andalucía. Sobre el catastrófico resultado obtenido por el PSOE, sobre el traspiés innegable del PP que también ha perdido votos y escaños, por la subida en votos y escaños de Ciudadanos, y sobre todo por la más que preocupante aparición de VOX.
Sin embargo no voy a escribir sobre Andalucía sino sobre una reflexión hecha por el Presidente Sánchez en el diario Clarín en Argentina.
Y es que estoy totalmente de acuerdo con el diagnostico que Pedro Sánchez ha hecho sobre la situación en Cataluña. El Presidente ha dejado dicho: "En Cataluña hay un problema de convivencia no de independencia", y ha explicado que "una minoría intenta imponer su programa político a una mayoría social que quiere quedarse en España".
Sánchez ha dado en la diana señalando que el problema de Cataluña es la convivencia porque es una realidad innegable que en estos momentos la sociedad catalana está dividida, tanto que esa división se percibe en el seno de las familias, donde se empieza a evitar "hablar de política", incluso en las reuniones de amigos o en el trabajo. Cuando esto sucede es que esa sociedad tiene un problema grave que hay que abordar de manera urgente.
Sin duda hay que decir las cosas claras y es que se ha llegado a esta situación por la falta de responsabilidad de la clase dirigente.
La clase dirigente catalana, políticos, y empresarios también, y sin duda los responsables políticos de los gobiernos de España, tanto en el pasado los del PSOE como recientemente los del PP.
José Luis Rodríguez Zapatero fue quién comenzó a enredar la madeja auspiciando una reforma estatutaria que rebasaba los límites de la Constitución y que no supo embridar con inteligencia. El PP porque con su falta de "fineza" habitual se opuso a esa reforma en plan hooligan, Artur Mas porque llego a Madrid decidido a romper la baraja y Mariano Rajoy porque no supo explicar a la opinión pública catalana que lo que le demandaba Mas no eran mejoras para la financiación de la Comunidad sino que le estaba echando un órdago colocando sobre la mesa la independencia. A eso hay que añadir que Rajoy no fue capaz de buscar interlocutores o tejer puentes para buscar márgenes donde hacer política, luego nos encontramos con unos líderes independentistas que han hecho gala de una gran irresponsabilidad al desafiar al Estado de Derechos saltándose las leyes, convocando referéndum ilegales, declarando repúblicas, y dividendo a los ciudadanos entre buenos y malos patriotas.
Y así llegamos a la situación actual, certeramente descrita por el Presidente de Gobierno Pedro Sánchez. En Cataluña hay un problema de convivencia.
Si algo hay que decir a favor de Sánchez es que desde que es Presidente viene intentando, con una paciencia infinita, hacer política en Cataluña, es decir restablecer el diálogo y buscar puntos de acuerdo.
Lo malo es que Pedro Sánchez en parte, en buena parte, es deudo del independentismo catalán que le apoyó en su investidura y que pretenden cobrarse la deuda. Se equivocan, porque si pensaran en el interés colectivo y no en sus intereses partidistas aprovecharían la oportunidad que el Gobierno les brinda para volver a la senda de la política. Pero hasta el momento el independentismo pide imposibles como que el Gobierno ordene a la fiscalía que haga la vista gorda con los políticos encarcelados por sus actuaciones en el llamado proces, ya sea la convocatoria del referéndum ilegal o la declaración de independencia, etc, etc.
Es decir que Sánchez vuelve a dar en la diana cuando señala que una minoría intenta imponer su proyecto a una mayoría. Y me permito añadir yo que sin duda el resultado de las elecciones en Andalucía también tiene que ver con lo que sucede en Cataluña. ¿O no?

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