Yo también tuve 18 años, de manera que puede que tenga derecho a esos veinte mil euros de "herencia universal", la propuesta estrella de Yolanda Díaz en el programa electoral de Sumar.
La herencia universal, según han explicado sus asesores Carlos Corrochano y Paula Moreno, basada en las ideas de Thomas Piketty y Tony Atkinson, consiste en cobrar un impuesto a unos cuantos ciudadanos que tienen rentas altas y ese dinero dárselo a los jóvenes que cumplan 18 años para que lo inviertan en vivienda. Lo que no sé es si va a tener efectos retroactivos o los afortunados serán exclusivamente los que cumplan 18 el año en que Yolanda Diaz gobierne.
Para qué negarlo, a mí me habrían venido de perlas esos veinte mil euros al cumplir los dieciocho y no por que con ese dinero se pueda comprar una casa, que no se puede, ni antes ni ahora, sino porque es un dinerito la mar de práctico para otros menesteres. Ahora también me vendría muy bien.
Pura demagogia claro, pero queda bien. Eso sí, antes de repartir dinero como si fuera suyo, la señora vicepresidenta aspirante a presidenta debería enterarse de que veinte mil euros no da ni para la entrada de una casa.
Dicho esto lo cierto es que la responsabilidad del gobierno, de este o de cualquier gobierno es crear las condiciones para facilitar el acceso a la vivienda y no solo de los jóvenes. Sin duda, hay que construir viviendas sociales y que estas se puedan alquilar a precios razonables y que estas viviendas también se puedan adquirir sin tener que empeñar hasta las pestañas. Sí, el Gobierno se debe de poner a ello pero sin demagogia barata y sin prometer humo que es lo que están haciendo.
Acceder a una vivienda digna no solo es un problema para los jóvenes sino también para millones de "mayores" a los que apenas les llega para el alquiler o las letras del piso.
Ahora bien, que doña Yolanda Diaz se nos disfrace de Robin Hood prometiendo sacar dinero de los que ella y los suyos, los suyos de ahora y los de antes, califican de "ricos", ese es otro cantar.
Yo espero que si esa medida se pone en marcha no haya discriminaciones por razón de la edad y nos repartan también esos veinte mil a quienes antaño también tuvimos 18 años. Ya puestos*.
La herencia universal, según han explicado sus asesores Carlos Corrochano y Paula Moreno, basada en las ideas de Thomas Piketty y Tony Atkinson, consiste en cobrar un impuesto a unos cuantos ciudadanos que tienen rentas altas y ese dinero dárselo a los jóvenes que cumplan 18 años para que lo inviertan en vivienda. Lo que no sé es si va a tener efectos retroactivos o los afortunados serán exclusivamente los que cumplan 18 el año en que Yolanda Diaz gobierne.
Para qué negarlo, a mí me habrían venido de perlas esos veinte mil euros al cumplir los dieciocho y no por que con ese dinero se pueda comprar una casa, que no se puede, ni antes ni ahora, sino porque es un dinerito la mar de práctico para otros menesteres. Ahora también me vendría muy bien.
Pura demagogia claro, pero queda bien. Eso sí, antes de repartir dinero como si fuera suyo, la señora vicepresidenta aspirante a presidenta debería enterarse de que veinte mil euros no da ni para la entrada de una casa.
Dicho esto lo cierto es que la responsabilidad del gobierno, de este o de cualquier gobierno es crear las condiciones para facilitar el acceso a la vivienda y no solo de los jóvenes. Sin duda, hay que construir viviendas sociales y que estas se puedan alquilar a precios razonables y que estas viviendas también se puedan adquirir sin tener que empeñar hasta las pestañas. Sí, el Gobierno se debe de poner a ello pero sin demagogia barata y sin prometer humo que es lo que están haciendo.
Acceder a una vivienda digna no solo es un problema para los jóvenes sino también para millones de "mayores" a los que apenas les llega para el alquiler o las letras del piso.
Ahora bien, que doña Yolanda Diaz se nos disfrace de Robin Hood prometiendo sacar dinero de los que ella y los suyos, los suyos de ahora y los de antes, califican de "ricos", ese es otro cantar.
Yo espero que si esa medida se pone en marcha no haya discriminaciones por razón de la edad y nos repartan también esos veinte mil a quienes antaño también tuvimos 18 años. Ya puestos*.
