Opinión

Un espacio aislado

Es un clásico vigués: ir desarrollando urbanizaciones, pero dejándolas desligadas del resto, como auténticas islas, que lógicamente acaban creando sus propias dinámicas, a menudo contradictorias con el resto de la ciudad. Ha pasado en Coia, que costó 25 años integrar en el casco urbano -si es que se ha conseguido del todo, está por ver- y ahora con Navia de forma más visible: el polígono, de 10.000 habitantes y otras 1.600 familias que se incorporarán una vez se desarrolle la segunda fase, es un espacio urbano rodeado de dos autovías urbanas por dos lados y por un tercero con una carretera que parece una -mala- autopista, con muy pocos accesos adecuados.  Navia está por completo desligado de Coia, cuando tendría que ser su prolongación, y la VG-20 es una trinchera imposible de superar. Desde el Concello se exigió al Gobierno -de Rajoy- soterrar la circunvalación, pero ya se sabe que eso ha pasado a la historia. Ni se prevé ni sería fácil aun queriendo. Otra opción pasaría por construir pantallas, como en el cinturón Castrelos-avenida de Madrid, aunque eso sólo solucionaría un problema, el ruido, pero no el otro, el aislamiento. Los vecinos plantean ahora instalar pasarelas peatonales viables para comunicar Navia y Coia de forma estable. No sería una gran solución, pero sí mejor que la actual. El polígono ya está en proceso de transformarse en un barrio más, y para eso necesita estar integrado en Vigo y no aislado como un enfermo. 

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