Opinión

Samil, he ahí la cuestión

Una de las muchas preguntas que Vigo lleva años sin responder es, en sentido amplio, qué quiere hacer con su litoral playero. La única contestación coherente de la que hay constancia fue la que dio Antonio Palacios en su famoso y frustrado Plan de Urbanismo, quien a mediados de la década de los treinta del pasado siglo definió una ciudad completa en todos sus extremos y vio con mucha antelación que la Muy Leal podría aprovechar su costa para el ocio de sus vecinos y para atraer visitantes en el futuro. Aunque el concepto de turismo masivo es posterior a la II Guerra Mundial, Palacios ya atisbaba el mundo que se venía, y en su Barcelona del Atlántico, que era el Vigo que imaginó como una urbe de medio millón de habitantes, ya aparecía una gran avenida desde el centro hasta Samil amplia y equipada y una zona playera dotada de todo tipo de servicios, incluyendo el modelo de balneario de la época. 
80 años después la avenida no está terminada -el eje Gran Vía-Castelao no cuenta con una prolongación adecuada en la avenida de Europa, todavía poco más que una carretera- y en cuanto a las dotaciones de Samil, se diría que hay una indefinición permanente. ¿Ser una playa urbana, más mediterránea que atlántica, o tratar de volver al arenal salvaje que fue en su día? Entre ambos extremos se han movido planes tan hermosos como irrealizados, incluido el último, que contemplaba acabar con el paseo y desarrollar una nueva avenida detrás del hotel. Lo cierto es que pese a ello nada ha cambiado, el hotel Samil está cerrado a la espera de que una cadena lo derribe para otra propuesta y los aparthoteles cerrados, mientras los servicios playeros se limitan en general a los kioscos de verano, de quita y pon, poco permanentes. Así que la pregunta sigue sin respuesta. ¿Samil turístico o el Samil de postal de los años 50? Continuará...

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